Di no al acoso escolar
Amalia Osorio Vigil
Desarrollo Humano Integral Ágape
Puebla, México
Resumen
Las situaciones de violencia que se viven en el aula son alarmantes, si el docente crea las condiciones adecuadas en cuanto a la disciplina, solidaridad, respeto y compañerismo este tipo de situaciones disminuye notoriamente; la pregunta es cómo lograrlo. Lo primero es reconocer la naturaleza de la violencia, sus matices y características para entender de fondo la dinámica que propicia este tipo de situaciones y así lograr una oportuna intervención. El bullying es una situación extrema de violencia escolar en la cual prevalece la ley del silencio, donde se sabe, se oye y se siente lo que pasa, pero nadie hace nada. El niño acosado va viviendo cada vez más agresiones y más frecuentes, ya sean físicas, verbales, emocionales, gestuales, a través de redes sociales; muchos compañeros se van sumando, ya sea tomando un rol activo, alentando u observando; estos roles y actitudes, complejizan este tipo de situaciones y el agresor va adquiriendo fuerza, sembrando en el grupo una sensación de amenaza, que influye en que no se denuncie o se le unan por temor a que en un futuro ellos pudieran ser las víctimas. A nivel preventivo es necesaria la creación de un ambiente de trabajo adecuado, donde prevalezca la consciencia de grupo, el pensamiento sistémico, el aprendizaje cooperativo y los valores como: respeto, honestidad, unidad, compañerismo y tolerancia. A nivel intervención es indispensable la detección temprana del acoso escolar, para que los resultados sean más favorables y se elabore una estrategia integral: con la víctima: habilidades sociales, autoestima, afrontamiento, autoconfianza; con los observadores: valores, unidad, sensibilización, empatía, consciencia, fortaleza; y con el acosador; empatía, sensibilidad, manejo de emociones, su situación personal de vida. Con estas herramientas la comunidad educativa puede ir creando las condiciones adecuadas para que prevalezca un ambiente de paz donde se diga NO al acoso escolar.
Palabras clave: acoso escolar; prevención; intervención; sensibilización; docencia.
Summary
The situations of violence that students experience in the classroom are frightening, if teachers could create the right conditions in terms of discipline, solidarity, respect and fellowship, this type of situations would decrease significantly; the question is: how can we achieve this? We would first need to recognize the nature of this violence, its nuances and characteristics in order to deeply understand the dynamics that trigger these situations and thus be able to intervene promptly. Bullying is an extreme situation of school violence in which the law of silence prevails, and where students know, hear, and feel what is going on, but no one does anything. The bullied child experiences more and more aggressions with an increasing frequency, whether they be physical, verbal, emotional or gestural through social networks; a lot more classmates join this aggression, sometimes taking an active role, cheering it on or just watching; these roles and attitudes, make these situations more complex and the aggressor becomes stronger, planting a sense of threat that keeps other students from speaking up or that forces them to join him out of fear of becoming the next victims. At a preventive level, it is necessary to create an appropriate working environment, in which group consciousness, systemic thinking, cooperative learning and values such as: respect, honesty, unity, fellowship and tolerance prevail. At an intervention level, an early detection of school bullying is crucial for the results to be more favorable and in order to create an integral strategy: with the victim: social skills, self-esteem, coping mechanisms, self-confidence; with the observers: values, unity, sensitization, empathy, awareness, strength; and with the bully: empathy, sensitivity, handling of emotions, his/her life situation. With these tools, the educational community will be able to create the right conditions to have an atmosphere of peace where people can say NO to school bullying.
Keywords: School bullying; prevention; intervention; awareness; teaching.
En los últimos meses, tal vez ya años, con frecuencia se ha escuchado a manera de “juego”, “broma”, entre familiares, amigos, compañeros de trabajo, frases del tipo: “me está buleando”, “no me bulees”, “me está haciendo bullying” y hasta risas y comentarios de apoyo y diversión, se oyen alrededor, como si esto fuera de verdad un “juego”; inquieta saber que se está haciendo del bullying una realidad cotidiana, un tipo de “juego”; esto es un error, porque no se está dimensionando la gravedad del tema y se le quita la seriedad que amerita su manejo y entonces pareciera que se justifica y se le da cabida en distintos ámbitos y contextos.
Es cierto y no se puede negar que historias dolorosas de violencia escolar, se han escuchado a lo largo de la historia de la humanidad, y esto tristemente se usa para justificar lo que se vive en este momento, cuando las personas argumentan: “esto siempre ha pasado”, “solo le pusieron otro nombre”, “todos lo hemos vivido”, “no hay nada nuevo”; sí es importante mencionar que aunque las situaciones de violencia siempre hayan estado presentes, el matiz, frecuencia, intensidad, planeación y gravedad con que se viven en esta época, amerita mirarlas con otros lentes, para crear los mecanismos de prevención e intervención adecuados a la forma y la dirección que está tomando hoy por hoy la violencia escolar, llamada bullying enfatizando en este nombre, las características específicas con las que se presenta en esta época.
Hay muchas razones que influyen en los matices que tiene hoy el bullying, entre ellos destacan: las nuevas estructuras familiares, el sentido de pertenencia, los estilos disciplinarios como la permisividad y la sobreprotección, la tendencia ascendente de darle “culto al hijo” que incluye: –la adulación, hacer del hijo el centro de la vida de los padres, el exceso de elogios, la sobreestimulación, la compensación–, la influencia de las redes sociales en la vida de las personas, los avances tecnológicos, el número de horas que se pasan viendo películas, videos, videojuegos, series que contienen un alto nivel de violencia, la baja tolerancia a la frustración; todo esto impacta seriamente y se observa en una tendencia y disposición más alta a la violencia, aunado también a un fenómeno que que va en constante aumento: el ser observador de este tipo de situaciones y no tomar una postura firme de desacuerdo ante ellas, ya sea de poner un límite, intervenir, contener o denunciar, según el caso lo amerite.
¿Cómo se puede definir entonces el acoso escolar o bullying? Es importante aclarar que la palabra bully significa matón, por eso también se le llama matonaje escolar; es cualquier forma de maltrato físico, gestual, psicológico, emocional, tecnológico, a través de redes sociales, verbal o no verbal, producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo. Es una forma característica y extrema de violencia escolar.
Es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros, donde predomina la ley del silencio (de los que lo hacen, de quien lo padece y de quien lo observa), donde se sabe lo que pasa, se observa y a veces se participa, pero no se hace nada.
Esto va permitiendo la intimidación y la exposición de la víctima, debido al abuso de poder del agresor y de la intención de dañar que tiene, este poder o fuerza puede ser real o percibido por la víctima y por los demás compañeros que se le van uniendo (ya sea por pertenencia, por temor a que les pueda pasar a ellos o por creer que esto los vuelve “populares” –una popularidad muy mal entendida–).
La víctima queda expuesta física y emocionalmente ante el agresor, generándose muchas secuelas, como un sentimiento de desesperación, derrumbamiento de la autoestima, ansiedad, angustia, fobias, terrores nocturnos, soledad, aislamiento, bajo rendimiento académico, enfermedades psicosomáticas, etc.
Es preocupante escuchar por parte de los mismos niños y jóvenes, frases alrededor de este tema, las cuales permiten dimensionar la dinámica tan compleja que se presenta en este tipo de situaciones y la confusión que tienen respecto a la gravedad de estas: “solo es una broma”, “así nos llevamos”, “no pasa nada”, “no es para tanto”, “a todos nos ha pasado”, “esto lo hará fuerte”, “son cosas de niños”, “es un juego”,… esto no es así, es un tema serio, grave, que no lo vuelve el problema de un chico o chica, sino de toda la clase, de toda la escuela, de la comunidad educativa entera y por lo tanto de toda la sociedad.
Aunado a esto, también sorprende –en otra dirección– que está mal vista la denuncia, es decir que muchas veces aquel compañero que levanta la mano y expresa lo que está sucediendo, es juzgado o etiquetado de “sacatón”, “chismoso”, “cobarde”, “loser”, cuando es todo lo contrario, es un acto de valentía y fortaleza; surge entonces la inquietud: qué ha pasado con el concepto de los valores y la amistad, que hoy vemos entre compañeros y a veces entre los mismos amigos, que estas conductas son frecuentes y permitidas, ya sea por seguir siendo parte del grupo, por miedo al rechazo, a la burla o a que empeore la situación, por lo tanto se va permitiendo esto, independientemente de que sea de manera reiterada o sean hechos puntuales.
Martin Luther King dijo: "no me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los sin ética... lo que más me preocupa es el silencio de los buenos". Qué frase tan cierta y aplicable a la realidad que se está viviendo en estos momentos.
Se sabe que una de las formas de parar el maltrato entre compañeros es dando a conocer los hechos, los sentimientos y hablando con los involucrados sobre lo que está ocurriendo. Si se comunica, es más fácil que se pueda ayudar e intervenir. No se debe creer que decir la verdad es de cobardes. Todo lo contrario: el cobarde es aquel que se ampara en la amenaza, que no da la cara y que con su silencio empeora el daño.
La sociedad, las familias y las escuelas se deben replantear seriamente su papel y revisar a profundidad que están haciendo, qué mensajes están mandando, que pareciera que se están favoreciendo este tipo de situaciones.
Surge aquí una pregunta ¿qué dinámica existe en algunas escuelas, que favorece que el acoso escolar se vaya extendiendo?
Si se hace una revisión se puede mencionar que en muchos casos la dinámica escolar favorece la rivalidad, la competencia insana, la lucha de poder, se pueden observar en algunos escenarios la falta de valores como: respeto, compañerismo, solidaridad, tolerancia, aunado a esto, una tendencia al egoísmo, al hiperindividualismo, al afán de poder y a la sensación de amenaza que se respira en el ambiente.
En este punto, un abordaje preventivo para ponerle un alto a la violencia, tiene un tinte pedagógico: replantear la metodología y las estrategias de enseñanza y/o aprendizaje, promoviendo conscientemente el aprendizaje colaborativo y cooperativo, el cual implementado de la manera correcta, crea una verdadera comunidad de aprendizaje y esta comunidad, puede ir favoreciendo una base de ayuda mutua, contención, respeto e integración en el grupo; para lograrlo se requieren docentes comprometidos y con una vocación inquebrantable…, en qué consiste esta propuesta.
Sin dejar de reconocer que la enseñanza también debe ser personalizada en el sentido de permitir a cada alumno trabajar con independencia y a su propio ritmo, también es importante promover la colaboración y el trabajo grupal. Los estudiantes aprenden más, les agrada más la escuela, establecen mejores relaciones, aumenta su autoestima y aprenden tanto valores como habilidades sociales más efectivas cuando trabajan en grupos cooperativos, que al hacerlo de manera individualista y competitiva.
Johnson y Johnson del Centro de Aprendizaje Cooperativo afirman que la cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación cooperativa, los alumnos procuran obtener resultados que son beneficiosos para ellos mismos y para todos los demás miembros del grupo. El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás. (Díaz-Barriga, 2010).
Uno de los aspectos más importantes a rescatar es que el aprendizaje cooperativo tiene dos vertientes, por un lado los objetivos académicos, referentes a los aprendizajes esperados en relación con el contenido curricular y por otro lado –el aspecto más significativo para esta propuesta–, son los objetivos para el desarrollo de las habilidades de colaboración, donde deberá decidirse qué tipo de habilidades de cooperación se enfatizarán, para la consolidación de verdaderas comunidades de aprendizaje que trabajen en aulas inclusivas, justas y democráticas.
Es aquí donde se podría llamar al aprendizaje cooperativo una de las vacunas contra la violencia, porque si se crea una comunidad de aprendizaje en la que se trabaje de manera colaborativa, el mismo grupo se fortalecerá y construirá redes entre ellos que impida que una situación de violencia empeore y se vayan involucrando más personas, ya sea como observadores activos o pasivos, porque el mismo grupo lo frenaría y daría contención al niño o al adolescente que lo está sufriendo y el daño no se extendería.
Esta propuesta implica un cambio en muchos sentidos, ya que el docente, además de lo académico, debe dedicar tiempo a la parte de las habilidades sociales y de colaboración, se podría pensar que este tiempo “se va a perder”, esto es no verdad, porque al crear este ambiente de colaboración los problemas disciplinarios se reducirían, por tanto no se va a requerir tanto tiempo para este propósito y así se compensaría, de hecho un docente que invierte mucho tiempo en los aspectos disciplinarios su energía, motivación y entusiasmo disminuye, he aquí entonces la gran ventaja, con este tipo de aprendizaje, la actitud y disposición del docente será mejor debido a que no deberá emplear tanto tiempo a nivel disciplinario y podrán disfrutar más de las actividades propuestas, que lleven a un verdadero aprendizaje significativo a nivel académico y a nivel relacional.
Otra parte de esta propuesta preventiva consiste en la planeación, diseño, desarrollo e implementación de estrategias, juegos, dinámicas, conferencias, debates, talleres, pláticas, cine fórum, dirigida a toda la comunidad educativa, en las que se pueda profundizar en alguno de los siguientes aspectos:
- El concepto de persona, su dignidad, su unicidad, sus facultades humanas.
- La importancia de los valores y virtudes (respeto, solidaridad, compromiso, paciencia, tolerancia, congruencia, honestidad, lealtad).
- La formación de hábitos.
- Las habilidades sociales.
- Las actitudes de: escucha, empatía, asertividad, autenticidad.
- El pensamiento y la visión sistémica.
- La comunidad educativa.
- El trabajo en equipo.
- El manejo inteligente de las emociones y creencias.
- El uso adecuado de las redes sociales.
- Las relaciones humanas.
- El sentido de vida.
- La consciencia de grupo.
- Los estilos disciplinarios.
- La visión ganar-ganar.
- La mediación y la solución pacífica de conflictos.
Como se mencionó anteriormente esto es parte de la propuesta preventiva para ponerle un alto a la violencia, es decir, destinar los recursos necesarios, intelectuales, materiales, formativos y económicos para formar a los docentes y demás miembros de la escuela con este enfoque de prevención, que impactará de manera significativa en las personas que conforman una comunidad educativa.
Pasando a otro punto, un aspecto muy diferente y al cual no se quisiera llegar, es cuando ya se presentan situaciones donde la violencia está empezando a surgir o ya esté manifestada, esto pasa de ser un nivel de prevención a un nivel de intervención, el cual amerita un manejo y preparación diferente, ¿qué procede hacer en estos casos?
Como escuela es importante contar con un plan y una línea de intervención, donde quede bien estipulado cuál es la metodología de trabajo específica, cómo se interviene, con quién se canaliza, que estrategias se usan; paralelamente se debe hacer un trabajo contundente, serio y profundo con cada uno de los involucrados; para lograrlo, lo primero es descubrir la dinámica de la violencia, investigar el contexto, detectar los roles que tiene cada uno los involucrados, revisar qué detonó esta situación y a partir de aquí hacer una intervención especializada, a continuación se mencionan algunos de los puntos que se podrían trabajar de manera particular, ya sea con la víctima, el acosador o los observadores.
Algunas recomendaciones para trabajar con el niño/adolescente que acosa:
- Qué se dé cuenta de la disposición que existe para ayudarlo, que se le ve como persona, no solo se ven los actos que comete de violencia, que sienta que confiamos en él y que se sabe que él es mucho más que sus conductas.
- Trabajar con su historia de vida, ayudar a sanar lo que sea necesario, buscar la manera de hacerlo, ya sea en la escuela, con el departamento encargado o canalizarlo con algún especialista, con quien se debe mantener contacto a lo largo del proceso para ir trabajando de manera conjunta.
- Este trabajo es muy significativo, no para justificar su actuación, pero si partimos de un entendimiento del contexto completo que vive, podemos influir de manera profunda en él y contribuir así además de ponerle un alto a la violencia a que este niño o adolescente se reencuentre con él mismo, con su esencia, tome consciencia de sus actos, asuma la responsabilidad y retome el camino.
- Paralelamente involucrar a los papás en este proceso y si es necesario propiciar que ellos también revisen aquellos aspectos en los que pueden contribuir para que esto deje de suceder (situaciones personales, de pareja, límites con su hijo, presencia, cercanía, comunicación, etc.).
- Poner límites claros respecto a su conducta de manera firme y amorosa, tener un plan de seguimiento y supervisión, el cual debe ser constante, para que se pueda poner pequeñas metas y cuando se vayan logrando, se deben ir reconociendo.
- Propiciar que el daño se repare, que asuma las consecuencias de sus actos y que con su actitud vaya demostrando este cambio, el cual se debe ir reflejando en sus actitudes con él mismo, con la víctima, con los docentes y con sus demás compañeros.
- Desarrollar la capacidad de empatía, trabajar con la re-sensibilización para que pueda dimensionar el daño en la víctima y actúe en consecuencia.
- Trabajar con la tolerancia a las diferencias, el manejo de la frustración, del enojo y demás emociones que sea necesario.
- Inculcar la solidaridad, el trabajo colaborativo, en equipo, buscar que se reincorpore al grupo desde un rol diferente, que se quite la etiqueta (de agresor, acosador o buleador) y vaya integrándose de una forma más adecuada.
- Trabajar con sus verdaderos sentimientos y creencias, en el fondo es posible que no se sienta cómodo con esto que hace y a partir de aquí propiciar que puede re-significarlo y darle un sentido diferente.
Algunas recomendaciones para trabajar con el niño/adolescente que es víctima:
- Es importante no pasar por alto las señales de alarma, normalmente un niño que está sufriendo violencia tiene cambios en su conducta, en sus emociones, en su actitud y en su manera de pensar, un docente comprometido lo va a detectar y ahí es importante intervenir, que él sepa que ya se conoce la situación, que ya se dieron cuenta, que se va a intervenir, que están ahí para ayudarlo y que todo se va a hacer en conjunto con él, tener el canal de comunicación abierto, para que se sienta respaldado y contenido.
- El niño/adolescente debe tener claro que debe denunciar, expresarse y pedir ayuda cuando lo amenacen o agredan, que le debe decir al maestro sobre cualquier agresión o episodio de acoso que sufra, obviamente necesita tener la certeza de que se intervendrá para no generar en él mayor miedo o ansiedad.
- Revisar su momento de vida y su historia, porque muchas veces puede existir una situación emocional, familiar o conductual que influya en que esté siendo la víctima. En algunos casos la sobreprotección favorece que lo ven como “blanco fácil” o “alguna condición específica”, lo cual no justifica la violencia, pero sí permite apoyarlo para poder romper este círculo lo más pronto posible.
- Aunque la víctima no es culpable, a veces carece de algunas habilidades sociales y en ocasiones es necesario brindarle un entrenamiento para que desarrolle las habilidades de autorregulación, afrontamiento y asertividad que se requieren para manejar mejor este tipo de situaciones.
- Reforzar temas de gran trascendencia en su vida como autoestima, dignidad, igualdad, derechos, valores, sentimiento de merecer, los cuales le permitirán reforzar su autoconcepto, que posiblemente se vea afectado por este tipo de situaciones.
- No perder de vista la dinámica del grupo y buscar que siga participando, involucrarlo, que se sienta parte del colectivo, poniendo mucha atención a la respuesta que están teniendo sus compañeros e interviniendo y conteniendo cada vez que sea necesario.
En esta propuesta para ponerle un alto a la violencia, se le dará mucha fuerza y empuje al trabajo con los observadores y con el resto del grupo, porque ellos pueden evitar que la violencia aumente, pueden contener a la víctima y si se fortalecen como grupo tener el impulso necesario para frenarlo; de manera idónea y así debe ser, respaldados, apoyados e inspirados por un docente comprometido con esto.
Por esto es necesario dotar a los observadores de herramientas y habilidades que los lleven a tomar consciencia de que ellos pueden ser los que frenen las situaciones de violencia en las primeras etapas y así evitar que pase a niveles más graves.
Es importante hacer un análisis previo de la dinámica de los observadores, porque dentro de esta dinámica existen distintos matices, roles, etc., entre más se conozca esto, mejor se podrá planear la estrategia de intervención y se podrá fortalecer mejor al grupo para que pueda ponerle un alto a la violencia.
De manera general podemos mencionar los siguientes roles en los observadores:
- El observador que sufre ante lo que está pasando, pero no se atreve a denunciar por miedo o por la sensación de amenaza que se respira en el ambiente.
- El observador indiferente que sabe lo que pasa, lo observa pero su postura es “como si no pasara nada”, “como si no le importara y fuera ajeno a él”.
- El observador que anima, aplaude, impulsa, se ríe, festeja lo que están haciendo los agresores con la víctima.
- El observador que participa haciendo también comentarios o burlándose de la víctima, es decir toma un rol más activo.
- Es esperanzador saber que casi siempre existen observadores que dejan de serlo y se vuelven esos “héroes” que denuncian, se acercan a la víctima e influyen de manera inteligente en los demás para que esto deje de suceder.
Los observadores han de entender que es el parámetro ético compartido por todos ellos, la consciencia de grupo y el pensamiento sistémico, lo que los ha de unir y ahí reside precisamente su fuerza para ponerle un alto a la violencia, porque si no los une este parámetro se van desensibilizando ante el sufrimiento del otro.
Algunas recomendaciones para trabajar con los observadores:
- Empatizar con ellos, que enfrentar el acoso puede dar miedo, ya que se piensa que si se ayuda al acosado, se pueden convertir ellos en el siguiente objetivo, pero que esta no es una razón válida para permitir esto y que si se unen como grupo su fuerza va a ser mucho mayor.
- El silencio es aprobar el acoso, por lo tanto es necesario explicar la diferencia entre “denuncia” y “chisme”, reforzando aquí la valentía, la fortaleza y la integridad de quien levanta la mano y le pone un alto a la violencia.
- Que se acerquen a la persona que acosan –evitar que esté sola–, que le expresen que no les parece bien lo que ha pasado, que lo sienten, que no es su culpa, que no es justo y que no merece esto que le está pasando.
- Que en los equipos de trabajo el niño/adolescente que sufre la violencia se integre, se sienta parte del grupo, lo animen a participar.
- Que le digan que hable con su familia, con el profesor o con la autoridad a la que le tenga más confianza. Ofrezcan acompañarle, que la denuncia es indispensable para que esto deje de suceder.
- Trabajar con que no se rían de las “gracias” de los que se meten con otros, porque esto les da fuerza a los agresores, que expresen que no les gusta lo que ocurre, que no es divertido y así poco a poco que el grupo vaya teniendo el mismo código para que se fortalezca este lazo de desagrado, descuerdo e inconformidad ante lo que sucede.
- Redactar entre todos, en grupo, un código de respeto entre compañeros, esto refuerza que el grupo no está de acuerdo con lo que está pasando.
- Hablar como grupo y que se unan para contribuir a que la escuela sea un lugar seguro para todos y para todas. Que tomen conciencia que no es justo acosar y que ellos pueden hacer la diferencia, ya que la mayoría piensa así, por lo tanto necesitan unir voces y confiar los unos en los otros.
- En todas estas recomendaciones la presencia del docente hará la diferencia con su madurez, inteligencia y compromiso podrá ser ese motor que despierte en el grupo este camino para frenar la violencia.
Para terminar esta propuesta es importante mencionar el papel de la institución educativa, ya que lamentablemente en algunos libros se menciona el triángulo del bullying donde los involucrados son tres: el niño que acosa, el niño que sufre la violencia y el que la observa… es un tema muy complejo donde padres de familia y docentes pueden estar influyendo en que esto continúe o no, no se les puede dejar el tema a ellos solos, corresponde a la sociedad completa contribuir y crear los mecanismos para prevenir e intervenir de manera adecuada, ¿qué se puede hacer?
Algunas recomendaciones para las instituciones educativas:
- Contar con una metodología de trabajo a nivel preventivo, un programa continuo donde se refuerce la verdadera comunidad de aprendizaje, los valores, la integración, la ayuda mutua, el bien común y el pensamiento sistémico.
- Contar con una metodología de trabajo a nivel intervención como institución educativa y si es necesario con algún programa específico que lo refuerce, para que quede claro el enfoque de trabajo que se tiene de manera general y con cada uno de los involucrados.
- Intervenir en las primeras etapas y darle seguimiento a los casos, poner plazos, asignar tareas, informar resultados, cerrar el caso.
- Que ante una situación de violencia se lleven a cabo acciones contundentes, firmes y evidentes, en un contexto de amor y cuidado a todos los involucrados.
- Que se note que está terminantemente prohibido, que no se da cabida a este tipo de situaciones, que existan campañas permanentes al respecto.
- Trabajar con la reparación del daño, no con soluciones simplistas, sino que exista un verdadero cambio de actitud y conducta en los involucrados.
- Brindar un trato especializado al acosador, a la víctima, a los observadores, al grupo y a los padres de familia si así se requiere.
- No pasar por alto señales de alerta, tener ese sensor alerta que permita detectar aquellos brotes o comentarios que se escuchan para intervenir puntualmente.
- Crear una cultura de frenar las cosas a tiempo y si esto implica por un momento detener lo académico para atender este tipo de situaciones, se debe hacer para evitar que se agrave.
Con estas herramientas la comunidad educativa puede ir creando las condiciones adecuadas para que prevalezca un ambiente de paz donde se le ponga un alto a la violencia dándole prioridad al enfoque preventivo.
Es importante promover en todos los miembros de la escuela este compromiso y meta común para ser verdaderos promotores de la paz, el Dalai Lama le regala a la humanidad una frase con la que se termina esta propuesta a través de la cual queda abierta la invitación a una reflexión personal: “nunca podremos conseguir la paz mundial si descuidamos nuestro mundo interior y no hacemos la paz dentro de nosotros mismos. La paz mundial debe desarrollarse desde nuestra propia paz interna”.
Referencias
Calvo, A. y Ballester, F. (2007). Acoso escolar: procedimientos de intervención. Madrid: EOS.
Castro, A. (2007). Violencia silenciosa en la escuela. Argentina: Bonum.
Cobo, P. y Tello, R. (2008). Bullying en México. México: Lectorum.
Díaz-Barriga, F. y Hernández, G. (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México: McGraw-Hill.