Marco Eduardo Murueta
Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (AMAPSI)
Resumen
Tecnología del amor es una propuesta que se integra dentro de la Teoría de la Praxis, considerando que el amor requiere ser comprendido por la psicología para que esta pueda ostentarse como ciencia, dado que ese fenómeno es esencial para comprender la manera de actuar de los seres humanos, como un aspecto clave de su motivación. Al ser un fenómeno explicable, como todo fenómeno, puede hacerse ocurrir a través de otros eventos generadores de dicho sentimiento. En este texto se explican cuáles son esos factores y se propone una serie de dinámicas vivenciales para ilustrar la pertinencia de los conceptos y los eventos planteados.
Palabras clave: amor, técnica, tecnología, fenómeno.
Abstract
Technology of love is a proposal which is part of the Theory of Praxis, considering that love needs to be understood by psychology to be a real science, since this phenomenon is essential to understanding the mode of action of beings human, as a key part of their motivation. Being an explainable phenomenon, as all phenomena can be occur through generating events that feeling. This text explains what those factors and proposes a series of experiential dynamics to illustrate the relevance of the concepts and the events raised.
Keywords: love, art, technology, phenomenon.
Introducción
Al escuchar por primera vez el concepto de “Tecnología del amor” algunas personas piensan que se refiere a algún tipo de aparato para producir orgasmos o para ser utilizado durante las relaciones sexuales. Otras personas suponen que se trata de las relaciones amorosas por internet, y algunas otras imaginan que se refiere a una guía para mejorar la vida sexual. A continuación pretendemos cambiar esas expectativas y conducir al lector a un concepto más estricto.
La motivación humana se basa en el amor
Sin duda, el amor es lo que mueve al mundo y da significado a cada uno de los esfuerzos personales. Sin embargo, ese sentimiento escasea cada vez más y en su lugar aumentan la soledad, las frustraciones, los rencores, la apatía y la violencia.
Equivocadamente, las principales teorías de la motivación han planteado un enfoque biologista para explicar por qué las personas hacen lo que hacen. Freud pensaba que toda la energía psicológica provenía del “ello” constituido por los instintos orientados por el principio del placer (y evitación del dolor), mientras que los conductistas establecían el reforzamiento primario, es decir, el que responde a necesidades biológicas como la base para el “reforzamiento social”, considerando a este como “condicionado” o aprendido, el cual podría perder su fuerza “reforzante” si no se asociaba nuevamente con los reforzadores primarios. Maslow, por su parte, estableció su conocida pirámide de 5 niveles posibles de motivación: 1) necesidades básicas (biológicas), 2) necesidades de seguridad (miedo), 3) necesidades de aceptación social, 4) necesidades de reconocimiento social, y 5) autorrealización. A pesar de que Maslow rebasa el biologismo de las teorías psicoanalíticas y conductistas, todo el proceso motivacional que postula supone la satisfacción individual y no alcanza a percatarse de que la mayor parte de lo que hacen las personas en realidad persigue la satisfacción de otro(s) más que la de un individuo. Por ejemplo, una gran cantidad de padres, en especial las madres, trabajan arduamente durante muchas horas cada día, a través de casi toda su vida, para poder responder a las necesidades y deseos de sus hijos e incluso de sus nietos.
En general, a la psicología le ha faltado comprender cómo los seres humanos viven de significados, que la identidad personal, el yo, solo cobra sentido al percibir su importancia para otro(s); que, a su vez, han cobrado un significado especial para la persona en su historia de vida. Así, las guerras y las agresiones entre unos y otros pretenden imponer o defender una manera de ser en el mundo que entra en conflicto con las acciones de otros. Una manera de ser en el mundo que necesariamente se comparte con algunos pero, como es obvio, no con todos. Es decir, el odio al enemigo implica algún tipo de amor hacia algunas personas, a quienes se pretende proteger o defender de amenazas actuales o potenciales. Sin embargo, como sucede en los embotellamientos de tránsito, quien desea avanzar en una dirección a su favor y el de la gente que lo acompaña o lo espera, debido a una limitación de perspectiva, no comprende que su pequeño avance obstruye a otros, y estos obstruyen a otros, y así sucesivamente hasta que la cadena de obstrucciones-agresiones regresa al desesperado que avanzó unos metros. Ese es el gran problema de la humanidad, al cual Hegel y Marx le llamaron “enajenación”, que implica no darse cuenta de que se actúa en contra de los intereses propios.
Si no se compartieran significados con otra(s) persona(s) no habría sentido personal alguno y los “humanos” serían una especie más, ocupados solo en sobrevivir. Pero una vez que hemos entrado al mundo simbólico que genera la vida social es imposible salir de él y todo lo que hacen los seres humanos cobra sentido en ese compartir significado(s). Dada la intensa angustia que propicia el aislamiento social, no existen seres humanos que vivan largo tiempo sin algún tipo de participación en al menos un grupo que oriente sus acciones, su lenguaje, sus emociones, su pensamiento.
Desafortunadamente, la vinculación emocional y el compartir significados es algo que el sistema de vida social en que se vive en la actualidad ha ido destruyendo, mermando, poco a poco, en función de beneficios aparentes. Un proceso lento que empezó hace miles de años pero que se advierte como la causa principal de la decadencia de la especie, en contraste con sus incontables avances tecnológicos. La paradoja de los seres humanos implica tener cada vez más poder para actuar sobre el entorno buscando fines relativamente inmediatos (como el automovilista antes mencionado) y, al mismo tiempo, tener cada vez menos capacidad para comprenderse a sí mismos y poder generar una vida personal y colectiva satisfactoria para la mayoría de las personas. Para ello se requiere un cambio de paradigma en la manera de comprender al mundo y comprenderse a sí mismo.
El amor como fenómeno natural
Sobre el amor se dicen muchas cosas y muchas personas tienden a pensarlo como algo que no puede comprenderse científicamente, que es indefinible, que nadie puede saber por qué surge y por qué se termina.
El amor es un fenómeno tan natural como la lluvia o como el hervir del agua a 100 grados centígrados. Un fenómeno se define como algo que sucede en el mundo y que es percibido o captado por los seres humanos: el movimiento de los astros, el fluir de los ríos, el viento, las olas del mar, el tránsito vehicular, un evento musical, una ceremonia, la risa, el llanto, el lenguaje, la personalidad, etc., son fenómenos susceptibles de ser estudiados.
En efecto, es fundamental comprender las emociones y los sentimientos como eventos de la naturaleza, el ser humano es parte de la naturaleza. Así como la electricidad puede generar que un foco se encienda y alumbre una habitación, de igual manera los circuitos cerebrales, los procesos hormonales y el funcionamiento de nuestros órganos producen determinadas sensaciones corporales a las que llamamos emociones y cobran significado –como todo– al compartirse con otras personas. ¿De qué depende que ocurran determinadas emociones o se produzcan ciertos sentimientos? Esa es una de las preguntas claves de la psicología como ciencia.
La ciencia psicológica –como toda ciencia– parte del supuesto de que los fenómenos que estudia, en este caso las emociones y los sentimientos, obedecen a procesos que pueden ser comprendidos y explicados racionalmente. A diferencia de las creencias, el conocimiento científico busca comprender el por qué de los fenómenos, considerando que todo fenómeno se produce cuando ocurre un conjunto de factores que lo generan. De lo que trata la investigación es de descubrir cuáles son esos factores, cuál es el papel que juega cada uno y cómo se combinan dentro del fenómeno que se estudia.
Técnica y tecnología
La técnica es la capacidad para hacer ocurrir un conjunto de factores para producir un fenómeno. Una técnica es un procedimiento específico cuyo resultado se conoce de antemano. Por ejemplo, si calentamos el agua en estado líquido hasta los cien grados centígrados, sabemos que se convertirá en vapor poco a poco. Si oprimimos el “interruptor” de la luz casera se encenderá el foco y si volvemos a oprimirlo sabemos que se apagará. Desde luego esto requiere que haya suministro eléctrico en la casa, en la zona y en la ciudad respectiva, pues si no sería en vano que oprimiéramos dicho artefacto. Un auto, un televisor, una computadora, un avión, etc., se basan en la combinación de un conjunto articulado de técnicas que los hacen funcionar. Una computadora esencialmente se integra por millones de microscópicos switches como el que usamos para encender la luz, cada vez que oprimimos un elemento del teclado o hacemos un click con el mouse lo que hacemos es producir que algunos de esos millones de switches se enciendan y otros tantos se apaguen.
Se habla de tecnología cuando se articula un conjunto de técnicas para lograr un producto complejo. De esa manera la tecnología no necesariamente se constituye por un aparato que pueda colocarse encima de un mueble o en determinado espacio físico. Las técnicas y la tecnología psicológica operan de manera distinta a la tecnología eléctrica, hidráulica o nuclear. Los aparatos psicológicos son paquetes de eventos significativos que pueden tener un determinado efecto sobre una persona o una colectividad. Los publicistas, los comunicadores, los diseñadores de espectáculos y los políticos conocen empíricamente mucho de esas técnicas psicológicas, aunque con frecuencia no tengan los conceptos científicos suficientes para explicarlas.
Como es lógico, la combinación de técnicas dentro de un paquete o aparato tecnológico, como todo conjunto organizado, eleva exponencialmente la potencia que tendrían las técnicas por separado.
Producción técnica de sentimientos amorosos
¿Se puede producir el amor? Aunque a muchas personas les sea difícil aceptarlo por el aparente efecto antirromántico de esta respuesta, el amor puede generarse intencionalmente si se hacen ocurrir los factores que lo causan. Como se verá más adelante, no se trata de una producción mecanicista del amor o de una simplificación de sus características naturales que tanto han sido valoradas a través de la historia, sino de captar el fenómeno amoroso en su esencia, con toda su plenitud, y aún así poderlo comprender científicamente y poderlo producir técnicamente.
Así como no puede encenderse la luz de una casa si no hay suministro eléctrico y de la misma manera que un auto no puede funcionar sin combustible, tampoco podrá producirse el fenómeno amoroso si no existen los elementos necesarios para ello.
¿Qué es el amor?
Nos referimos al amor en el sentido más amplio, abarcando sentimientos como empatía, estima, amistad, amor filial, amor sexual. En este sentido, la Teoría de la Praxis define al amor como el hecho de sentir como propio lo que le sucede a otro o a otros. No es que una persona sienta lo mismo que otra, sino que lo que le sucede a esa otra es captado como propio. Cuando una madre ve que su hijo sangra por la herida de una mano e intuye el dolor que eso implica, no siente ese dolor en su propia mano, sino que le duele a ella la mano de su hijo. De manera recíproca, cada persona goza de las alegrías y de los éxitos, de sus seres queridos.
I.Factores que producen emociones amorosas
Mediante diversas investigaciones, análisis clínicos y construcciones teóricas se ha logrado plantear cuáles son los elementos que producen la identificación amorosa, con independencia de la voluntad de los participantes. Contrariamente al mandamiento cristiano que dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”, hemos encontrado que las personas no pueden decidir de manera razonada a quién amar y a quién no amar. Las emociones y los sentimientos son más poderosos que la lógica y se generan por eventos vivenciales que no dependen de una comprensión racional, eventos que provocan sensaciones simples y complejas; es decir, vivencias emocionales que al mantenerse como un hábito se denominan sentimientos.
Los eventos que provocan emociones amorosas, a veces sutiles y otras veces manifiestas, son los siguientes:
1. Reconocimiento o expresión de lo agradable en otro. Consiste en expresar o hacer saber los aspectos que con sinceridad gustan de sí mismo y de otras personas, así como saber cuáles rasgos personales o de grupo son agradables para otras. Este aspecto tiene cuatro niveles de posibilidad que a continuación presentamos en orden de su potencia para producir la sensación afectiva:
- Escuchar de otro lo que le resulta agradable de mí o de nosotros.
- Decir a otros lo que me resulta agradable de él, de ella o de ellos.
- Decir a otros lo que me resulta agradable de mí mismo
- Escuchar de otros lo que les resulta agradable de sí mismos.
Por supuesto, estas técnicas tendrán mayor o menor potencia dependiendo del significado que ya tengan unos para otros. Si una persona muy significativa y que ya es valorada por mí me expresa lo que le parece agradable de mí será mayor su efecto si se compara con recibir expresiones parecidas de personas poco significativas; algo similar ocurre en cada uno de los cuatro niveles. También es obvio que si las expresiones mencionadas no son consideradas como sinceras pueden perder su efecto e incluso volverse contraproducentes.
Debido a la neurosis que prevalece en la sociedad contemporánea es relativamente raro que se exprese lo agradable de unos para otros. Más bien hay una tendencia prevaleciente a observar lo desagradable en los demás y poderlo señalar con placer morboso, como una manera de descargar y paliar la tensión y el desagrado con la vida propia que se tiene. Una persona que se siente bien con la vida tiene también mayor facilidad para reconocer lo agradable en los demás e incluso en el ambiente, mientras que quien se siente a disgusto observa mucho más lo desagradable en todo lo que le rodea.
Sin embargo, es cierto que practicar la observación y expresión de lo agradable puede contribuir de manera significativa a sentirse mejor consigo mismo, con el entorno y con los demás. Por eso los psicólogos estamos impulsando que se vuelva cultura cotidiana observar y expresar lo agradable, sin elogios excedidos o hipócritas; sino, tener más disposición para expresar lo que sinceramente es agradable. En la medida en que esta cultura avance estaremos contribuyendo de manera significativa a mejorar el clima emocional dentro de las comunidades.
2. Con-vivencia o vivencia compartida. Un elemento básico para la producción del amor consiste en tener vivencias agradables y, a veces dolorosas, conjuntas como las siguientes:
- jugar;
- comer o beber (¡en sentido amplio!, no solamente alcohol) juntos;
- compartir eventos como fiestas, cine, teatro, música, viajes, lecturas;
- reír juntos, y
- esparcimiento compartido
- afrontar un acontecimiento triste, desagradable, temible o doloroso.
Desafortunadamente, por las presiones económicas y las exigencias laborales dentro y fuera de casa, muchas personas anulan o disminuyen los tiempos dedicados a compartir vivencias especiales con familiares, pareja, amigos y compañeros. Esgrimen la falta de tiempo o de dinero para esas actividades. Sin embargo, la con-vivencia no debiera ser considerada como algo accesorio o de lujo, sino como algo esencial y básico para la vida personal y colectiva. Sería importante que las instituciones, las empresas y las personas captaran con mayor claridad la importancia de esto. La con-vivencia es a una relación humana como el aceite es a una máquina, por ejemplo un auto, aún cuando este pueda estar formado de piezas muy finas, con precisión milimétrica (pensemos en personas muy responsables y bien hechas). Si el motor está funcionando sin aceite comienza a haber fricción; al poco tiempo empieza a calentarse demasiado, si continúa así el calor enciende un color rojo en los metales y esto puede terminar en que la máquina se rompa (desnivele). De acuerdo a esta analogía, es necesario mantener determinados niveles de con-vivencia para favorecer el funcionamiento óptimo de una organización, de una pareja, de un grupo.
Jacobo Grinberg Zylberbaum es un psicólogo mexicano desaparecido el 7 de diciembre de 1994. Escribió una gran cantidad de libros en dos épocas separadas por una serie de experimentos controversiales. Sus primeros libros estuvieron dedicados a temas de psiconeurología, con base en lo cual después estudió fenómenos místicos y chamánicos, al demostrar experimentalmente, mediante registros electroencefalográficos comparados, una especie de “telepatía emocional”, a la que denominó sinergia o “sintergia”. Demostró que la convivencia frecuente producía una especie de sintonización emocional a distancia. Tal como lo narran experiencias de gemelos, algunas madres con sus hijos y algunas parejas. No se trata de las posibles coincidencias de pensamiento sino de evidencias de conexiones telepáticas emocionales.
Esa sintergia postulada por Grinberg es la que puede explicar la articulación de los jugadores de deportes colectivos como el futbol, el basquetbol y otros, así como el acoplamiento entre los músicos de una orquesta o entre los soldados en medio de una batalla. Esto lo ha comprendido bien el doctor Octavio Rivas, psicólogo deportivo, quien desde los años 80 del siglo xx introdujo técnicas de integración emocional entre los jugadores de Los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, sentando una tradición que ya es valorada por casi todos los entrenadores de la Selección Nacional tanto de México como de otros países. Aún teniendo los mejores jugadores o los mejores músicos el resultado de su esfuerzo colectivo puede ser pobre si no se cuenta con esa integración emocional que produce la con-vivencia. Esa es también la explicación del cántico marcial de los soldados corriendo juntos como parte esencial de sus sesiones de entrenamiento.
En lugar de la tendencia anglosajona a que las personas se mantengan trabajando sistemáticamente la mayor parte del tiempo, con comida rápida incluida, lo cual se compensa con embriaguez, drogadicción, consumismo, violencia y rigidez, es necesario reimpulsar la tendencia latina a la convivencia, al cultivo de la risa, del juego, del ingenio compartido, lo cual debe hacerse compatible con la disciplina, la organización y la perseverancia para lograr determinados objetivos.
3. Generación de experiencias agradables especiales. Quien propicia experiencias que resultan agradables para otro se integra positivamente, en forma simbólica, en la identidad del segundo, sobre todo en la medida en que esas vivencias son poco comunes. Entre más intenso sea el placer que se genera a otro y más original sea la forma de lograrlo, más seductor será el evento. Hay que hacer notar que el placer puede involucrar uno o varios de los nueve sentidos con que cuenta la especie humana: 1) vista, 2) oído, 3) tacto, 4) gusto, 5) olfato, 6) cinestesia (sentido del movimiento), 7) cenestesia (sentido de la posición corporal), 8) sentido orgánico (frío, calor, dolor, hambre) y, especialmente, 9) imaginación. Todos estos sentidos son fuente de sensaciones y conocimiento; la imaginación es el más poderoso de todos los sentidos porque integra a los demás, de allí la fuerza de la hipnosis y de las promesas.
Generar experiencias agradables especiales puede abarcar:
- Imagen personal
- Detalles agradables (atenciones)
- Sorpresas agradables
- Regalos
- Risa
- Placeres físicos (caricias, besos, sexualidad)
- Poesía
- Fantasía (narrativa)
Una persona que pretenda seducir a otra debe cuidar lo agradable y lo original en cada uno de los incisos anteriores. Todos implican un relativo conocimiento cultural para realmente ser original y agradable para otros, así como conocer sus gustos y su manera de pensar. En ese sentido, los elementos más poderosos para la seducción pero –al mismo tiempo– los más difíciles de generar como algo muy agradable y original son la poesía y la fantasía.
4.Contacto físico agradable. No todo contacto físico es agradable, solo genera sentimientos afectivos el contacto físico cuando es agradable. Este aspecto es clave para determinar los niveles de profundización amorosa (amistad, relación filial, amor sexual). La estructura familiar, el sistema de parentesco y la vida social en general, están organizados a partir de limitaciones y permisos de contacto físico. Cuando dos amigos deciden volverse pareja eso significa un cambio esencial en los permisos de contacto físico. El contacto físico agradable incluye los siguientes niveles:
- Contacto visual
- Saludo de mano
- Palmada en el hombro o en la espalda
- Caminar tomados del brazo
- Tomarse de la mano
- Besos en la mejilla
- Besos en la boca
- Relaciones sexuales
Entre más agradable y más se avance en cada uno de los niveles anteriores el involucramiento afectivo será mayor. Por eso no es un eufemismo cuando se habla de “hacer el amor”, pues es a través del contacto físico agradable como se generan los amores más intensos.
5. Co-operación, operación o acción compartida. Es fuente de amistad y enamoramiento hacer cosas en las que cada quien colabora voluntariamente para lograr un resultado único. Desde mover un mueble entre dos o más personas hasta juegos o trabajos en equipo de diferente índole, complejidad y duración. El apoyo voluntario de uno en beneficio del otro, de manera recíproca, es una forma especial de cooperación con mayores alcances afectivos. La experiencia clínica con muchas parejas permite observar que suelen ser más estables y duraderas las parejas en las que existe algún tipo de cooperación sistemática entre las actividades de uno y de otro. Mientras que la pareja es mucho más vulnerable cuando cada quien tiene su mundo laboral.
6. Creatividad compartida. Generar conjuntamente cosas interesantes o estéticas que antes no existían; por ejemplo, el decorado de la casa, un invento, una obra artística, un libro, la procreación de un hijo, un descubrimiento, una empresa, una institución, etcétera. Los productos creados en conjunto se convierten en símbolos de identificación amorosa. Muchos de los grandes creadores, de los grandes artistas, pensadores y políticos, han logrado sus hazañas compartiendo con alguien el proceso creador, pues así se retroalimentan y se impulsan. Sin embargo, hay poca cultura orientada a favorecer la creación y parece ir hacia mayor decadencia. La escuela enseña a obedecer y aplicar conocimientos pero no está orientada a la creación. Es necesario distinguir la expresión emocional, que tiende a ser efímera, de la capacidad creadora. No basta con hacer “cosas curiosas”, la creación implica generar productos relevantes que, por lo mismo, trascienden en el tiempo. Toda creación se basa en la recombinación de experiencias, por lo cual para elevar la capacidad creadora se requiere promover la captación de experiencias diversas relacionadas con las creaciones de otras personas.
7. Éxito compartido. La sensación de haber alcanzado una meta importante mediante esfuerzos combinados de los participantes produce un alto grado de emoción satisfactoria, que integra a los otros en la simbolización de cada uno. Eso explica por qué los aficionados al futbol se incluyen en los triunfos de su equipo favorito y se deslindan de los fracasos reiterados. El éxito más intenso no es el que logra el 100% de triunfos, pues eso no le permite valorar el esfuerzo, el logro alcanzado. El éxito más valorado es cuando este fluctúa entre el 60 y el 80% con un 40 a 20% de fracasos, esta proporción es la que mantiene elevados los niveles de motivación. Conforme el éxito disminuye de ese 60%, la frustración, las fricciones, las culpas y los deslindes hacen su aparición. Cuando el éxito prevalece el grupo, la pareja, la familia se cohesionan; cuando prevalece el fracaso sucede lo contrario. Es necesario que cada persona, cada grupo y cada organización cuiden la posibilidad de sentir éxitos, pues la falta de ellos, la monotonía, diluye el sentimiento afectivo. Por la misma razón, es importante que padres de familia, docentes y líderes de organizaciones cuiden las condiciones para que los niños y los participantes en una organización se perciban exitosos, pues es eso lo que mantendrá su motivación elevada para continuar superándose. Es equivocado pensar que hacer más patente el fracaso puede impulsar la superación. Por eso los docentes solamente debieran aplicar evaluaciones cuando estiman que sus estudiantes tendrán éxito en ellas.
8. Narrativa de vida. Narrar las vivencias cotidianas y las anécdotas o recuerdos, así como escuchar con atención lo que le ha ocurrido a otros, es fuente de comprensión e identificación progresiva, siempre y cuando lo narrado no sea emocionalmente agresivo. El que narra entrega parte de sí a quien lo escucha. Este vive las emociones que genera la narración e incorpora a su ser esa experiencia.
Para producir el sentimiento amoroso no se recomienda narrar cosas que pudieran ser molestas para el receptor, aunque este lo solicite aduciendo que él se considera una persona adulta y madura. Hemos visto que esa supuesta madurez dura alrededor de 48 horas y luego viene el contraataque. Por ejemplo, dentro de una relación de pareja no es conveniente narrar descriptivamente lo que sucedió con parejas anteriores, pues los lugares, las palabras, los objetos, las formas, generarán una especie de fantasmas que rondarán a la pareja cada vez que se acerquen o vengan al caso esos lugares, objetos, palabras o formas. La persona que escuchó la narración molesta cada vez que haya algún elemento propiciatorio recordará con más facilidad que el narrador, aquel evento narrado en una tarde de “sinceridad”.
Fuera de elementos como el antes ilustrado, fortalece la relación afectiva la narración de los eventos agradables y desagradables, las aventuras y las anécdotas, de la infancia, la adolescencia y de otros momentos y etapas de la vida, así como de lo vivido cada día.
Para que la narrativa de vida tenga éxito requiere ser descriptiva para provocar imágenes en la mente del que escucha. Un contraejemplo de ello es cuándo una madre pregunta a su hijo: “¿Cómo te fue en la escuela?” y el niño responde “bien”, con lo cual la madre y el niño dan por concluida su comunicación y pasan a cosas operativas. En lugar de eso, la narrativa de vida requiere decir nombres, lugares, describir acciones y reacciones, realizar los elementos de introducción, clímax y desenlace, ingredientes de una narración completa.
9. Contraste externo. La cohesión de una pareja o grupo requiere que esa unidad se contraste con otras similares. En la medida en que esa comparación externa falta es más probable que afloren diferencias internas. Se sugiere una contrastación sana, positiva; por ejemplo, competir en equipo por ser mejores en los aspectos que se consideren relevantes. No competir por ser menos malos, o poner zancadillas para que otros grupos o parejas no se desarrollen, como acostumbran quienes se sienten frustrados por no ser, ya y sin esfuerzo, lo que quisieran.
La identidad de una persona o un grupo requiere pasar por la comparación. Toda autodescripción implica un contraste con otros. Por ejemplo, si a una persona se le pide que se presente ante otros puede decir, por ejemplo: “Soy un estudiante de preparatoria (conoce a personas que no lo son) al que le gusta mucho el futbol (lo mismo), y soy un poco distraído en la escuela” (sugiere que la mayoría de sus compañeros no son tan distraídos). Así, una pareja, una familia, un grupo o una organización requieren criterios de identidad que lo hagan diferente a otros. Si esos criterios de identidad son “favorables” y se hacen patentes, la autoestima se eleva, la identidad se consolida; si son “desfavorables” sucede lo contrario. Puede ocurrir que la persona, la pareja, la familia o el grupo tengan relativamente pocas oportunidades para hacer patente su identidad, por ejemplo, a través del aislamiento y la monotonía, entonces vendrá una sensación de vacío, de sinsentido, que disminuirá el sentimiento afectivo y pondrá en riesgo la sobrevivencia de la unidad en la pareja, en la familia o en el grupo. Por eso es importante generar oportunidades para que los elementos de identidad y autoestima favorables se hagan manifiestos, se amplíen y se desarrollen, como técnica para elevar los niveles afectivos.
Cuando una persona o un grupo no tienen la oportunidad de consolidar su identidad de manera favorable, sus actitudes se volverán destructivas hacia otros, porque los avances de los otros son símbolos que hacen patente su estancamiento o su declive. Esa es una de las explicaciones más importantes de la destructividad y competencia negativa entre vecinos y entre grupos políticos que no luchan por ser mejores, sino por demostrar que los otros son peores. En esto reside la base de todo el chismerío en las oficinas y en los vecindarios; cuando no hay fuentes de satisfacción, se compensa el vacío a través de “comerse” a los demás.
Amorosidad y entusiasmo con la vida
Con una dosis combinada y progresiva de los elementos mencionados, se producen procesos de identificación amorosa de alta intensidad que se traducen en un continuo entusiasmo con la vida. Como en todo fenómeno, si cesan los factores que lo producen, el amor desaparece. Es decir, requiere ser cultivado para no dejarlo morir de inanición. Cuando no se cultiva surgen la soledad, la frustración, la agresividad, el desprecio, los chantajes, los reproches, etcétera. Entonces se cultiva, sin saberlo, el odio, la apatía, la violencia, la destrucción de la vida, y por tanto, la destrucción de sí mismo.
No es posible ubicar un punto neutral. En la medida en que disminuye la frecuencia, la duración y la intensidad de la Tecnología del amor va surgiendo recíproca e involuntariamente la “Tecnología del odio”, la producción no-intencional, pero segura, de sentimientos de conflicto y rechazo entre unos y otros.
En el amor está la esencia de los seres humanos y es la base de la salud psicológica. La comunión significa la relativa integración amorosa de cada individuo con las colectividades en que participa (la pareja, la familia, los amigos, el grupo de trabajo, la comunidad, la patria, la humanidad) y, por tanto, con todo el universo. Ello puede tener diferentes grados y ser progresivo. Entre mayores sean los niveles de amor mayor será el entusiasmo de vivir y de esforzarse por metas proporcionalmente elevadas, pero esto no depende de una consigna o de una decisión específica, no se puede amar por decreto. Para que el amor se produzca y se mantenga es necesario que sea provocado a través de algunos o de todos los factores mencionados.
II. Taller de Tecnología del amor
Duración: 4 o 5 horas (según sea posible).
Objetivo: Analizar el proceso psicológico que constituye el sentimiento amoroso, así como los factores que lo producen y confirmar la posibilidad de hacer surgir dicho sentimiento de manera técnica y tecnológica mediante determinados procedimientos previamente investigados.
Esquema:
- Introducción
- El amor como fenómeno
- Concepto de técnica y tecnología
- Definición del amor
- 9 acciones que producen amor
- Técnicas vivenciales
Materiales: resumen de la “Tecnología del amor”, 2 hojas blancas (por participante).
Idealmente se utilizaría proyector multimedia o de acetatos, pero basta con un pizarrón y gises.
Técnicas vivenciales:
Las siguientes técnicas vivenciales forman parte del Taller de Tecnología del amor que debe durar entre cuatro y cinco horas con un descanso intermedio. En la primera parte del taller se explica a los participantes los conceptos de la Tecnología del amor; después de un breve receso, se realizan las técnicas vivenciales una tras otra.
Estas técnicas son adecuadas para grupos o subgrupos de 10 a 12 personas. Cuando el número de participantes es diferente, si es mayor de 15 debe dividirse el grupo en subgrupos lo más aproximados al número idóneo antes mencionado. La división del grupo debe hacerse en forma azarosa, por ejemplo, haciendo que cada participante se numere de acuerdo al número de subgrupos a formar. Si el grupo es menor a 10 personas se trabajará con todos los participantes en un solo grupo.
El coordinador del grupo da indicaciones pero no participa en las actividades indicadas. Cuando los grupos son mayores de 40 personas es conveniente contar con personal de apoyo, al menos un auxiliar por cada 20 a 25 personas. Los auxiliares tampoco participan en las dinámicas directamente.
1.Conocimiento mutuo (duración aproximada 15 minutos).
Los participantes se sientan formando un círculo. Cada participante dice su nombre propio (sin apellidos) y comenta sobre:
- Tres actividades que le agraden
- Dos actividades que NO le agrade hacer
Es necesario que las actividades mencionadas sean precisamente actividades “activas” (jugar, bailar, conversar, lavar trastos, etc.), por ejemplo, no se aceptan “actividades pasivas” como dormir o descansar o ver la tele. Deben ser verbos, no se aceptan sustantivos (personas, animales o cosas), como helados, el campo, el mar, las fiestas, etc.
Cada participante debe aprender los nombres de todos los participantes. Después de que todos hayan mencionado las actividades agradables y desagradables, cada participante debe decir los nombres de todos los participantes. Si no recuerda algún nombre puede recibir ayuda hasta lograr saberlos todos.
2.Lo agradable en sí mismo y en los otros (duración aproximada 30 minutos)
Cada participante debe utilizar dos hojas (blancas, rayadas o cuadriculadas, no importa). En la parte superior de ambas hojas debe escribir su nombre completo. En el ángulo superior derecho, en una hoja escribirá “hoja 1” y en la otra “hoja 2”.
Hoja no. 1
El coordinador pregunta a los participantes si saben qué es la “asertividad”. Si algunos saben les pedirá que lo expresen brevemente y retroalimentará sus conceptos para establecer que asertividad significa la capacidad de una persona para expresar sus pensamientos y sus sentimientos en un momento oportuno de manera cordial, es decir, sin inhibición y sin agresividad. Se comenta que hay 2 tipos de asertividad: a) asertividad de rechazo, cuando se expresa el desagrado o rechazo por algo, de manera firme pero cordial (poner ejemplos); y b) asertividad de aprobación; cuando se expresa a otros lo que realmente resulta agradable de ellos, de la situación, de objetos o de sí mismo (poner ejemplos). Por tanto, la asertividad implica el recibir y compartir los elogios que se consideren realistas, así como la expresión de aquello que le resulta agradable a una persona de sí misma, sin inhibición.
El coordinador comentará a los participantes que a continuación podrán poner en práctica la asertividad. Para ello, en un tiempo de 4 minutos, escribirán en la hoja 1 la lista más extensa posible acerca de los aspectos de sí mismos que les resulten agradables, incluyendo al menos un rasgo físico. No es válido poner aspectos desagradables, solo cualidades. En forma de juego irónico el coordinador dice: “Si lo desean pueden usar también el reverso de la hoja o incluso pueden pedir otra hoja para complementar la hoja 1”. Si los participantes no expresan dudas, el coordinador mira el segundero de su reloj para indicarles el momento específico en que empieza a contar los 4 minutos. Cada minuto les indica cuántos quedan hasta llegar a 0 y pedir a todos que detengan esa actividad.
Hoja no. 2
El coordinador pregunta ahora: “¿saben qué es la intuición?”, después de algunas participaciones el coordinador precisa que “la intuición es la capacidad que tienen los seres humanos para captar o deducir algo posible a través de pequeños o sutiles indicios”, por ejemplo, a través de la imagen de una persona podemos suponer cómo es su manera de ser.
A continuación pide a los participantes que pasen su hoja 2 a su compañero del lado derecho. Esta hoja 2 irá pasando hacia la derecha hasta llegar una persona antes de su dueño. Conociendo el nombre de la persona respectiva, cada participante anotará de una a tres cosas que intuya o le resulten agradables de dicha persona. No deben escribir su propio nombre, sino solamente los aspectos agradables de la persona de esa hoja. No deben escribir aspectos desagradables, solo cualidades. Si están de acuerdo con lo que escribió algún(os) compañeros antes pueden repetirlo. Es importante que procuren mantener el orden de las hojas al estar circulando. Cuando la hoja no. 2 llegue a la persona previa al dueño de la hoja debe detenerla y avisar al coordinador.
Lectura en voz alta
Cuando ya todos los integrantes del grupo o subgrupo tengan la hoja 2 de su compañero de la derecha se les pide que escriban en la parte superior de esa hoja la siguiente frase: “(nombre de la persona), lo que el grupo percibe como agradable de ti es lo siguiente:”. A continuación se pide que cada participante lea en voz alta, de manera pausada y clara, el contenido de su hoja no. 1. El coordinador puede pedir que inicie de nuevo la lectura si esta va demasiado rápida o no es audible. Cuando ha terminado de leer la hoja no. 1, quien tiene la hoja no. 2 de esa persona también la lee en voz alta, de manera pausada y clara, el contenido de la hoja no. 2. Al terminar la lectura de la hoja no. 2 la entrega a la persona que pertenece. Así sucesivamente hasta que hayan pasado todos los participantes.
3. Deducción por contacto (duración aproximada 20 minutos).
El coordinador pide a los participantes que se pongan de pie y desplacen todas las sillas para dejar un espacio abierto alrededor de una sola silla. Les explica que esta será una dinámica de contacto y reconocimiento con las manos, por lo cual deben quitarse anillos, pulseras, relojes y recorrer las mangas de suéteres, sacos o blusas.
Pide a uno de los participantes que se siente en la silla y a otro que le cubra los ojos con las manos. Los demás participantes no deben hablar ni hacer ruidos cuando la persona en la silla tenga los ojos cubiertos. A señas deberán ponerse de acuerdo para que uno de ellos acerque sus manos al que está en la silla, de tal manera que este pueda tocarlas y tratar de deducir de quién se trata. Debe decir el nombre de la persona a la que supone corresponden esas manos. Al decir el nombre, sin importar que este sea correcto o sea equivocado, se le destapan los ojos. Si atinó en el nombre pasa otra persona a la silla para realizar un ejercicio igual; si no atina en el nombre puede tener otras 2 oportunidades.
Todos los participantes deben pasar a la silla para realizar el ejercicio, así como también deben irse rotando quienes cubren los ojos. Asimismo, todos deben pasar a ser reconocidos por sus manos.
4. Confianza narrativa (duración aproximada 50 minutos).
El grupo o los subgrupos deben dividirse de manera azarosa para integrar subgrupos más pequeños, idealmente de 4 participantes. Estos subgrupos no deben ser de más de 5 personas ni menores de 3. Cada subgrupo utiliza otra vez sillas para sentarse en forma circular, de la manera más estrecha posible para propiciar un clima de confianza. Si hay algunos participantes distantes de su subgrupo se les pide acercar su silla.
El coordinador dice: “esta dinámica implica un grado mayor de profundidad en la confianza, pues les pediré que hablen de algunos aspectos personales. La propuesta es que procuren entrar en confianza lo más posible, si bien cada uno de ustedes sabe hasta dónde y cuáles son sus límites. No deben sentirse obligados a confiar, solo es un exhorto. Es una dinámica delicada y requiere discreción por parte de todos, de tal manera que lo que se hable aquí no sea después comentado a otros o utilizado de alguna manera. No es frecuente pero es posible que haya llanto, es parte de la dinámica. Mientras la persona que llora pueda seguir hablando fluidamente es conveniente continuar, pero si tiene dificultades para continuar hablando debe cambiarse de tema y si hubiera una crisis extrema –muy poco probable– avisar al coordinador”.
La actividad consiste en conversar a partir de dos preguntas. En la primera etapa todos los participantes deben contestar y conversar sobre la pregunta no. 1, para pasar después a la pregunta no. 2. No es conveniente que un participante conteste ambas preguntas una después de otra, sino que todos contesten y comenten sobre la pregunta no. 1 antes de iniciar con la pregunta no. 2.
La conversación se centrará alrededor de 5 minutos sobre la respuesta de cada participante en cada una de las preguntas, para ello son importantes las preguntas complementarias de los demás. Si algún equipo dice haber terminado en menos de 20 minutos, se les pide hacer más preguntas para profundizar sobre lo que ya han conversado y así empatar la duración de la actividad entre los diferentes subgrupos.
Pueden escribirse en el pizarrón las dos preguntas guía:
1.¿Cuál ha sido la mejor etapa de mi vida? ¿Por qué?
2.¿Cuál ha sido la etapa más difícil de mi vida? ¿Por qué?
Es importante que las dos preguntas sean cuidadosamente textuales.
El coordinador procura salir un momento o alejarse de todos los subgrupos para permitir que inicie la profundización de la confianza entre ellos. Sin embargo, debe volver a los pocos minutos para observar la dinámica de manera discreta y estar pendiente de alguna posible crisis.
5.Conclusión y cierre
Al terminar la cuarta dinámica se pide a todos los participantes colocar las sillas y sentarse ya en forma de plenaria, viendo hacia el frente. El coordinador conduce la reflexión general sobre el taller y especialmente sobre las dinámicas realizadas. Los participantes comentan sus impresiones y vivencias en cada etapa, en cada dinámica.
El coordinador se despide de manera cálida y da por terminado el taller.
Bibliografía
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Ingenieros, J. Tratado sobre el amor. http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l199.pdf
Murueta, M. E. (1996). “El amor en la teoría de la praxis”. Revista Alternativas en psicología, no. 1, Amapsi, México, 1996. www.amapsi.org
____________. (2007) “De la ‘Sociedad del conocimiento’ a la ‘Sociedad del afecto’”. En: Psicología para América Latina, no. 9, abril, 2010. Revista electrónica de la Unión Latinoamericana de Entidades de Psicología (ULAPSI). www.psicolatina.org