CAMINOS POSIBLES Y NECESARIOS EN EL ESTUDIO DE LA COHESIÓN GRUPAL EN GRUPOS PEQUEÑOS Descargar este archivo (02 Cohesion grupal - JETorralbas.pdf)

Jorge Enrique Torralbas Oslé

Facultad de Psicología, Universidad de La Habana. Cuba

Resumen

Tanto en empresas, comunidades, escuelas o en las propias familias el ámbito grupal se erige como el contexto por excelencia en el cual la vida tiene lugar. Es por ello que el estudio del grupo pequeño tiene relevancia para el ejercicio profesional de la psicología. Dentro de la psicología de los grupos el concepto de Cohesión Grupal ha sido un constructo muy popular en los estudios de los grupos pequeños. El estudio de este proceso grupal abre las puertas a la comprensión de la vida interna de los grupos que podría explicar entre otros aspectos el desempeño de estos y por tanto dar claves para hacerlos más efectivos.

Este artículo tiene tres momentos: En primer lugar se muestran las razones por las cuales el estudio de este proceso es un tema de investigación imprescindible para comprender los grupos pequeños. En un segundo momento se mostrará una síntesis del estado de las investigaciones, trabajos y líneas teórico-metodológicas. A partir de estos análisis, y en un tercer momento, se abrirá una agenda de lo que el autor propone como ruta crítica para los estudios de Cohesión y que el mismo autor pretende desarrollar en próximas investigaciones.

Palabras claves: grupo pequeño, cohesión grupal, desempeño del grupo

 

Abstract

In labor organizations, communities, schools and families, to group fieldit stands as the essential context in which life goes. That is why the study of small group is relevant to the professional practice of psychology. Within the small group psychology the concept of Cohesion Group has been a popular construct. The study of this group process opens the door to understanding the internal life of the groups, which could explain us, among other aspects the performance of these and therefore provide clues to make them more effective.

This article has three times. In the first place they are shown the reasons why the study of this process is an essential subject of research to understand the small groups. In a second stage it is shown a synthesis of the state of research, work and theoretical and methodological lines. Since these analyzes, in a third time, an agenda of what he proposes as a roadmap for studies on cohesion and the author trying to develop in future research it opens.

Keys words: small group, group cohesion, group performance

Introducción

Tanto en empresas, comunidades, escuelas o en las propias familias el ámbito grupal se erige como el contexto por excelencia en el cual la vida tiene lugar. Es por ello que el estudio del grupo pequeño tiene relevancia para el ejercicio del profesional de la psicología, pues se deposita en nosotros la responsabilidad de generar dinámicas potenciadoras y hacer los grupos más eficientes. Trabajar en grupo y con el grupo ha llegado a formar parte del discurso de moda, pero sin la comprensión total de que trabajar en grupo no es potenciador en sí mismo –como a veces se cree– pues los espacios grupales “pueden ser lugares de incidencia activa para los cambios y también pueden ser lugares de reproducción de lo más regresivo”. (Cucco & Losada, 1992, p.4). El dominio de estos elementos es esencial para procesos potenciadores y desarrolladores.

Sin embargo a quienes toca coordinar estos grupos en la vida real es a docentes, líderes comunitarios, entrenadores, jefes. Los docentes son instruidos en habilidades pedagógicas, los jefes en técnicas directivas, pero en ocasiones no son suficientemente preparados para comprender la realidad grupal y tener las habilidades suficientes para “incidir en su dinámica, cuando una lectura grupal en sus aspectos dinámicos y temáticos es fundamental para llevar a cabo los procesos de aprendizaje y socialización”. (Cucco & Losada, 1992, p.6). ¿Cómo entonces potenciar en ellos el conocimiento de las dinámicas que con su grupo acontecen? ¿Cómo brindar herramientas para transformar estas dinámicas con el fin de cumplimentar con éxito los objetivos por los cuales estos grupos existen?

El concepto de Cohesión Grupal ha sido un constructo muy popular en los estudios de los grupos pequeños. Este proceso grupal abre las puertas a la comprensión de la vida interna de los grupos que podría explicar entre otros aspectos el desempeño de estos y por tanto dar claves para hacerlos más efectivos. Este artículo, en un primer momento, mostrará las razones por las cuales este es un tema de investigación imprescindible para poder responder las preguntas que hemos propuesto anteriormente. En un segundo momento mostraremos una síntesis del estado de las investigaciones, trabajos y líneas teórico-metodológicas. ¿Qué se ha investigado hasta el momento? ¿Cuáles son los aspectos sobre los cuales existe discusión actual y que constituyen brechas importantes en el estudio de los pequeños grupos? A partir de estos análisis, y en un tercer momento, propondremos caminos necesarios en el estudio de este proceso para poder dar respuesta a nuestras preguntas. ¿Cuáles son las líneas a desarrollar en el estudio de la Cohesión en los grupos pequeños para seguir avanzando en los planos teóricos, metodológicos y con salidas prácticas claras?

Proceso de Cohesión Grupal. Importancia de su estudio

A través de los años se han propuesto múltiples definiciones de cohesión: “suma de todas las fuerzas que actúan sobre los miembros del grupo para hacerlos permanecer en el mismo" (Festinger, Schachter, & Back, 1950, p. 164), “la resistencia del grupo ante fuerzas externas” (Gross & Martin, 1952, p. 553) y como “una expresión singular de la integración afectica, valorativa y conductual que alcance la membresía al interno del grupo”(Fuentes, 2008, p. 122). Lo que tienen de común todos estos autores, más o menos explicitado, es que es el proceso que describe cuánto los miembros de un grupo se sienten atraídos por este.

El proceso de Cohesión es clave para entender la formación y mantenimiento del grupo. Uno de los conceptos más citados en la actualidad la define como “un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a no separarse y permanecer unido con la finalidad de conseguir sus objetivos instrumentales y/o para la satisfacción de las necesidades afectivas de sus miembros” (Carron & Brawley, 2000, p. 94).

Este proceso es “el punto de partida en el estudio de los procesos de organización y dinámica del grupo, y la base sobre la cual emerge el espacio grupal y se erige la grupalidad como construcción particular de este proceso” (Mara Fuentes, 2004, p.9), pues describe el atractivo de los miembros al grupo y cómo ese atractivo hace que el grupo se mantenga existiendo en pos de una meta.

Es precisamente por ello que ha sido una temática que ha despertado el interés de múltiples disciplinas dentro de la Psicología (Familia, Deportiva, Militar, Organizacional, entre otras). También otras Ciencias Sociales se han interesado como la Sociología y la Demografía. Como es lógico cada una de estas aproximaciones ha supuesto tendencias conceptuales y metodológicas diversas, no siempre con el componente subjetivo claramente identificado.

Una razón primordial por la que despierta ese interés es que quizás es de las pocas áreas en el ámbito de la Psicología de los Grupos en la que muchas investigaciones apuntan a una relación positiva de forma relativamente constante con el desempeño de la tarea del grupo (Evans & Dion, 1991; Chiocchio & Essiembre, 2009; Greer, 2012).

Todo lo anterior lo ha convertido en uno de los constructos más populares en el estudio de los grupos pequeños. La prestigiosa revista Small Group Research desde su aparición en 1970 y hasta el año 2012 había reseñado 77 artículos con la temática de cohesión, convirtiéndose en uno de los tópicos más comunes de la revista. En ese mismo año un estudio arrojó que desde múltiples disciplinas alcanzaba el término en el Google Escolar 43, 800 coincidencias. (Greer, 2012).

Estado de las investigaciones sobre Cohesión Grupal

A pesar de la amplia gama de investigaciones se trata de un concepto que no está totalmente definido y en el que permanecen dificultades en su tratamiento (Carless, 2000). Las aproximaciones han sido diversas y podríamos utilizar diferentes taxonomías para clasificarlas. Como el objetivo de este trabajo no es hacer una explicación exhaustiva proponemos, para organizar la información, basarnos en el nivel explicativo usado para comprender este objeto de estudio e ilustraremos brevemente en cada una autores relevantes.

La mayoría de las propuestas en el estudio del proceso de cohesión han estado en su comprensión a nivel individual: cohesión como sentimientos de pertenencia e identificación con el grupo o exclusivamente con el atractivo del grupo para sus miembros (Schachter, Ellerston, Bride, & Gregory, 1951; Lott & Lott, 1965; Hoyle & Crawford, 1994; Van Bergen & Koekebakker, 1959). Este atractivo del grupo puede estar relacionado, tal como afirma Cartwright, con el sistema de necesidades que componen la motivación de la pertenencia al grupo y su correspondencia con los objetivos grupales (Zander, Natsoulas, & Thomas, 1960). Por otra parte Festinger, basado en la teoría de los procesos de comparación social, consideraba que el atractivo estaba dado cuando la comparación con los otros miembros del grupo garantizaba una autovaloración positiva y sólida, elemento que se daba cuando el resto de los miembros poseían similares características. La satisfacción también puede residir en el lugar que se ocupa dentro de la red de relaciones en el grupo (Leavitt, 1951) o en el grado de acuerdo existente sobre la posición de los diferentes status en el grupo (Heslin & Danphy, 1964).

Estas posturas, aunque sugieren elementos teóricos de gran valor “parten del supuesto de que este fenómeno se manifiesta a través de selecciones interindividuales lo cual convierte a la cohesión, en el plano operacional, en una particularidad de individuos y no de grupos” (Fuentes, 2008, p. 89). Esto supone una importante limitación.

Algunos autores han definido la cohesión como un constructo a nivel grupal: analizan la naturaleza de las interacciones que se dan en el grupo (Deutsh, 1949); toman en cuenta el grado de descentralización de la estructura grupal (Shaw, 1964); otros autores como M. Hogg se enfocan en conceptos como solidaridad grupal basados en los procesos de identidad social y autocategorización(Carless, 2000); autores soviéticos como Duberman y Neimer estudian la cohesión como medida de la unidad de conducta de los miembros de los grupos pequeños en las condiciones de libre elección de sus acciones (Fuentes, 2008); Spalinsky introdujo el interesante concepto de unidad de orientaciones valorativas como indicador más importante de cohesión que luego Dontsov aplica a la teoría estratométrica de A. Petrovsky (1986) para hablar de unidades valorativas en lo afectivo, en las representaciones de los elementos fundamentales para el grupo y en lo conductual (Fuentes, 2008); en Cuba Mara Fuentes estudió las diferentes configuraciones de estos estratos según los niveles de desarrollo del grupo, asociando teórica y empíricamente ambos procesos (Betancourt & Landa, 1982; Morena & Sagué, 1983; Fuentes, 2008)

Los estudios de los autores cubanos, encabezados por Mara Fuentes (2008) consideran que:

La cohesión debe ser entendida como una emergencia de la propia dinámica grupal, como un fenómeno complejo, plurideterminado, consustancial a la propia existencia del grupo.  Este "producto grupal" es una expresión singular de la integración afectica, valorativa y conductual que alcance la membresía al interno del grupo (p.122)

Esta visión avanza en la interpenetración del nivel personal, el interindividual y el grupal, así como logra establecer una concepción coherente con el presupuesto de que la actividad conjunta es la que estructura y condiciona la vida en el grupo. También enfatizó en lo teórico en una mirada psicosocial a esta realidad grupal, lo que implica entender cualquier grupo como una realidad psicológica, visualizar al grupo como portador de una subjetividad propia “entendida como una construcción particular que se erige como producto de una permanente interpenetración de lo individual, lo grupal y lo social” (Fuentes, 2004, p.5). Es por ello que Mara Fuentes (2004) afirma:

…se hace necesario diferenciar la comprensión de los agrupamientos humanos como contextos de una comprensión psicosocial de los mismos en tanto espacios psicológicos de construcción y expresión de la subjetividad, tratando de diferenciar un enfoque de trabajo tradicional "en el grupo" de un enfoque "desde el grupo". Esta comprensión nos permitirá desarrollar un dispositivo interventivo que permita una mirada de "lo grupal" y una utilización efectiva del grupo en el proceso de cambio que se pretende (p.9).

No obstante no responde teóricamente el vínculo del concepto con otros procesos del grupo a pesar de que esta autora reconoce que es el punto de partida del resto de los procesos, tal como comentábamos anteriormente.

Estos estudios introdujeron además la idea de que la cohesión que caracteriza a cada grupo posee peculiaridades diferentes en dependencia del grado de madurez sociopsicológica que posea el grupo, es decir del nivel de Desarrollo Grupal (otro de los procesos grupales). Esta autora afirmó a partir de sus estudios que solo desde esta relación se puede analizar su influencia sobre la efectividad del trabajo grupal (Fuentes, 2008). Sobre este aspecto volveremos en próximos apartados.

Existe una tercera postura, más extendida en los últimos tiempos, de comprender la cohesión como un constructo a nivel grupal e individual (Brawley, Carron, & Widmeyer, 1987; Carron & Brawley, 2000). Estos autores argumentan la necesidad de distinguir entre la atracción al grupo (nivel individual) y las percepciones del grupo como un todo (nivel grupal).

Esta concepción comprende la cohesión como “un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a no separarse y permanecer unido con la finalidad de conseguir sus objetivos instrumentales y/ o para la satisfacción de las necesidades afectivas de sus miembros” (Carron & Brawley, 2000, p. 94). Este concepto ha sido asumido junto al reconocimiento de la existencia de al menos cuatro dimensiones: Atracción Individual a la Tarea, Atracción Individual hacia los Aspectos Sociales, Integración Grupal hacia la Tarea e Integración Grupal Hacia los Aspectos Sociales. Esta definición es la más reconocida en el mundo de la investigación anglosajona y de la Europa occidental y la más citada en los últimos treinta años.

No obstante es una definición que ha tenido numerosos cuestionamientos a partir de algunas investigaciones empíricas que sugieren que el nivel grupal es el componente crítico de la cohesión y que la atracción individual correlaciona débilmente con otras variables, en especial con el desempeño del grupo (Carless, 2000).

Como se ha podido apreciar en esta síntesis, existen múltiples definiciones de cohesión. Muchas de ellas aunque utilicen términos diferentes se refieren a realidades similares. Sin embargo, la limitación fundamental es que estas definiciones carecen de modelos conceptuales que ayuden a entender la coherencia entre el nivel teórico, la recolección de la información y su análisis, o lo que pudiéramos decir de otro modo, que ayude a esclarecer la relación entre un nivel teórico, empírico y axiológico.Carron y Brawley (2000) señalan:

Investigadores de diferentes áreas del trabajo con grupos (acompañamiento psicológico, psicología militar, psicología deportiva, etc.) están preocupados por la cantidad de cuestiones alrededor de la cohesión grupal. ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cuál es su antecedente más importante que permite su desarrollo? ¿Cuáles son las consecuencias más importantes de su presencia? (p. 97)

Existe una ausencia de modelos conceptuales que contengan, pero trasciendan las definiciones. Esto hace que no existan explicaciones que logren comprender la naturaleza compleja del fenómeno, aplicable a diversidad de grupos, aunque reconozca las particularidades y que logre conectar armónicamente con el resto de los constructos dentro de la Psicología de los Grupos.

En 1980 Evans y Jarvis (1980) ya hacían un llamado a la comunidad científica de realizar un esfuerzo investigativo directo para comprender conceptualmente el proceso de cohesión. El primer paso de este proceso es comprenderlo a nivel teórico para, posteriormente identificar vínculos hipotéticos con otros constructos, en lo que algunos autores nombran una red nomológica. En el caso específico de la cohesión es fundamental, pues ayudaría a disipar ciertas confusiones existentes a partir de la diversidad de conceptos con las que ha sido estudiada: solidaridad, clima, sentido de comunidad, entre otras muchas (Carless, 2000). Algunos autores han recogido más de 13 correlatos de la cohesión entre los que figuran los resultados, el rendimiento, la satisfacción, y la conformidad (Balaguer, Castillo, & Duda, 2003).  Esto es un prerrequisito indispensable e inviolable para realizar posteriores pruebas empíricas a partir de la construcción de un test o prueba psicológica.  La ausencia de este modelo es causa probable de resultados empíricos contradictorios.

Relacionado con esta dificultad existe otra: la ausencia de un modelo operacional. El propio autor más citado en los últimos treinta años en esta temática, Albert Carron (2000), reconoce que:

Aunque puede ser relativamente sencillo llegar a construir un consenso sobre la definición de cohesión, trasladar esa definición a un modelo conceptual y operacional es siempre un reto. No obstante, la operacionalización de un constructo teórico está en el centro del progreso científico. (p.97)

La mayoría de los autores coinciden en que la cohesión es un concepto muy difícil de “atrapar”, entre otras razones, porque hay un uso extendido desde el sentido común que ha viciado en algunas ocasiones las investigaciones (Siebold, 1999).

Nuestra búsqueda ha develado la ausencia de instrumentos debidamente validados y congruentes con un aparato conceptual. Además del instrumento elaborado por estos autores para el estudio de la cohesión en grupos deportivos y del tradicional sociométrico, no se cuenta con un arsenal instrumental para el estudio y profundización de este proceso en grupos de otras características.

Son escasos los trabajos que avanzan en la construcción de escalas de cohesión o trabajos empíricos en otros contextos, pero con criterios teóricos no suficientemente sólidos o coherentes (Segovia & García-Salmones, 2010; Kratz, y otros, 2014). El mismo cuestionario de Ambiente Grupal ha sido adaptado al español (Iturbide, Eiosua, & Yanes, 2010) y también al francés, aunque en este último caso con ligeras modificaciones (Buton, y otros, 2007). Estos mismos autores realizaron una adaptación de su cuestionario para el estudio del proceso en equipos deportivos de niños (Martin, Carron, Eys, & Loughead, 2012), así como para el estudio de clases de educación física (Estabrooks & Carron, 2000).

La mayoría de las técnicas son construidas ad hoc, sin fuerte sustento teórico, que buscan demostrar elementos puntuales y en su mayoría relación con otras variables, pero que no son el centro del estudio. (Guo, Tan, & Xu, 2010; Knight & Saal, 1984; Monzani, Ripoll, Peiró, & Van Dick, 2014; Espinosa & Clark, 2014)

Otras técnicas han sido desarrolladas para el estudio de la cohesión en el contexto familiar (Koutra, Triliva, Roumeliotaki, Lionis, & Vgontzas, 2012), así como para el contexto clínico (Andersen, Shelby, & Golden-Kreutz, 2007; Wongpakaran, Wongpakaran, Intachote-Sakamoto, & Boripuntakul, 2013).

No es posible establecer las regularidades del proceso, su evolución en el grupo, su relación con otros constructos y con el desempeño del grupo si no se posee un modelo viable para su medición.

Otra de las brechas en este campo es que la mayoría de las investigaciones están focalizadas en contextos deportivos y militares, por lo que existen pocas investigaciones en contextos educativos y organizacionales. Se encuentran algunos estudios sobre la cohesión del claustro de profesores (Kratz, y otros, 2014), el estudio del liderazgo de los niños en las aulas de clases (Yamaguchi & Maehr, 2004) y de intervención y estudio en clases de Educación Física (Christensen, Schmidt, Budtz-Jørgensen, & Avlund, 2016)

Esto es sin lugar a dudas una brecha en los estudios sobre el funcionamiento de los grupos pequeños, pues gran parte de nuestra vida transitamos por grupos en contextos educativos y laborales.

Otro elemento que podemos encontrar en las investigaciones es la falta de datos concluyentes y coherentes entre la relación cohesión-rendimiento del grupo, pues existen evidencias empíricas que confirman una relación tanto negativa como positiva entre ambos constructos. Se han realizado algunos interesantes metaanálisis de investigaciones como los de Mullen y Copper (1994), de Beal, Cohen, Burke y McLendon (2003) en los que se llega a la conclusión de que la relación entre cohesión y rendimiento es positiva, aunque leve y centrada principalmente en el constructo tarea de la cohesión. Sin embargo estudios posteriores muestran otros resultados, en los que se afirman que esa relación fue mediada por otras variables como el nivel de análisis, el nivel de interdependencia de la tarea, la aceptación de las metas grupales y las normas grupales y que esa relación es mucho más compleja (Gully, Devine, & Whitney, 1995).

La complejidad de esta relación está dada, en buena medida, por la definición conceptual y operacional de los dos constructos que se relacionan.  La naturaleza multidimensional de la Cohesión y la distinción Tarea y Aspectos Sociales es asumida por la mayoría de los investigadores, sin embargo existen pocas investigaciones empíricas que estudien cómo ambas pueden afectar el rendimiento del grupo para diferentes tareas (Chang & Bordia, 2001). 

Se ha producido un extenso debate sobre el concepto cohesión, pero realmente no ha sido así sobre el concepto desempeño o rendimiento del grupo, aunque existen algunos trabajos que se han esforzado en su conceptualización. El desempeño del grupo ha sido generalmente operacionalizado como efectividad en la tarea o productividad grupal. También algunas medidas han incluido la calidad en las decisiones número de victorias y el número de problemas solucionados (Gully, Devine, & Whitney, 1995; Chang & Bordia, 2001). Como la Cohesión, también el desempeño del grupo es un constructo multimensional. En los estudios de esta relación es bastante extendido el uso del modelo de Tres Dimensiones de Hackman que considera tres niveles: las salidas del grupo en términos de cantidad, calidad y cumplimiento de sus plazos, es decir de productividad; la capacidad de los miembros de trabajar juntos en el futuro, viabilidad del sistema; y el grado mediante el cual el grupo contribuye al crecimiento personal de los miembros, crecimiento profesional (Jordan, Feild, & Armenakis, 2002). Este modelo provee una comprensión especial para comprender el rendimiento de grupos en contextos organizacionales, pero ha sido poco trabajado empíricamente.

Otro elemento es la dirección de esta relación. Algunos autores afirman que usualmente se estudia la cohesión como el elemento que aumenta la productividad, pero existen evidencias de que un buen desempeño del grupo eleva el atractivo del grupo para sus miembros, por tanto, eleva la Cohesión. Como es obvio ninguno de los dos elementos excluye al otro teóricamente, pero la mayoría de los estudios están realizados en un corto período de tiempo, por lo que no se puede identificar la dirección de la relación entre cohesión y productividad.

A modo de conclusión: Caminos que se abren

A partir de lo planteado se dibuja una ruta crítica para los estudios futuros sobre Cohesión Grupal. Existen al menos cinco momentos necesarios.

En primer lugar el desarrollo de un modelo conceptual integrador y coherente a partir de una sistematización crítica de la diversidad de corrientes y autores que han trabajado el término. Este es un paso indispensable en las aspiraciones de profundizar en estos temas. Un modelo conceptual que nos pueda ayudar a entender mejor la naturaleza del proceso, sus condicionantes en las diferentes fases del grupo y sus hipotéticos vínculos con otros constructos del grupo pequeño.

Ello posibilitaría el desarrollo de un modelo operativo coherente con este esquema conceptual que permita la obtención de una herramienta validada para el estudio de este proceso. Hablar de un modelo operativo es totalmente intencional. No se trata de un solo instrumento, sino de una diversidad de modos de diagnóstico que permitan comprender diversos indicadores de este aparato conceptual.

En un tercer momento, y auxiliados de este modelo operativo, la definición de indicadores procesuales que permitan entender la naturaleza dinámica del proceso durante las diversas fases por las que el grupo transita, así como la relación del proceso con los elementos estructurales y el resto de los procesos del grupo. Estos indicadores procesuales, estudiados de forma longitudinal en varios grupos, permitirían revisitar y enriquecer el modelo conceptual y afinar el modo de operacionalizar los diferentes indicadores definidos con anterioridad. Aunque es lógico pensar que esta fase pertenece a las dos primeras, es imposible implementarla sin antes tener un sistema sólido desde el cual estudiar longitudinalmente a los grupos. De no hacerse en este orden corremos el riesgo de obtener información inconsistente y desorganizada y de ser poco eficientes a la hora de su interpretación. Estas tres fases suponen un proceso recurrente que podrá perfeccionarse constantemente.

A partir de estos elementos es que considero que estarían creadas las condiciones para el estudio de lo que considero el asunto esencial de este proceso: la relación entre cohesión y rendimiento del grupo. Podemos entonces testear esta relación en diversos tipos de grupos (desde diferentes tipos de tareas, donde la variable fundamental sea la interdependencia), en diversas fases de su desarrollo y tomando en cuenta otros mediadores ya descritos y que nosotros ya habremos organizado teóricamente.  Estos estudios longitudinales darían la posibilidad de estudiar la dinámica recíproca entre ambos constructos. Solo así creemos que seremos capaces de dilucidar qué dimensión(es) de la cohesión y en qué condiciones de la tarea se contribuye más a un mejor rendimiento.

Con esta información podremos desarrollar lo que será, seguramente, un instrumento valioso y aplicable en diversos campos: un programa para la potenciación de este proceso. Ello supondrá una contribución valiosa para docentes, líderes comunitarios, jefes y otros actores que tengan a su cargo la coordinación de un grupo. Una mejor coordinación y trabajo del proceso de cohesión aumentará el rendimiento de los escolares, así como de las organizaciones laborales. Avanzar en esta dirección brindará posibilidades de aplicación directa en el contexto de los servicios, deportivo, militar, empresarial, educativo, entre otros.

En esto estamos empeñados. Reportaremos, en próximo artículos, comentarios, discusiones y avances de esta línea de investigación.

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