Editorial
Nuestro continente atraviesa por un difícil período de su historia. El movimiento ascendente de procesos sociales democráticos, progresistas, que llevó a la conformación de gobiernos que lograron interconectarse y trazar un camino de colaboración en pos de la justicia social, el respeto a los derechos humanos, y el compromiso con los más necesitados, está en franco retroceso. Guerras frías y calientes se mueven en el escenario continental. La derecha devastadora se impone con fuerza inusual, amparada por los vientos gélidos del Norte (revuelto y brutal).
Andamos como de vuelta en un dilema conocido, como recuerda el investigador Ricardo Jorge Machado de la mano de Gramsci: nuestro dilema es el sobrevivir en un mundo en el que existe un sistema inmoral y caduco que se está muriendo pero que no se acaba de morir, y otro naciente, endeble pero que no acaba de nacer.
Nuestras agrupaciones consensuales necesitan reubicarse en el nuevo-antiguo escenario. Tomar partido no solo en el registro de lo político, sino también en el registro de lo profesional, lo científico. No queremos ni podemos ceder el terreno ganado. Tenemos que reforzar nuestras prácticas, nuestra unidad, nuestros acuerdos, y dejar nuestras diferencias para tiempos mejores.
Integración Académica en Psicología es un instrumento para vehiculizar la movilización. Pero es necesario, imprescindible, que sus páginas se llenen con las experiencias que sabemos que se están haciendo en nuestros países, con las ideas que circulan en nuestros espacios de análisis, discusión y emprendimiento. Dar mayor alcance a nuestros pensamientos y acciones. Multiplicarlos por todo el continente. Es este el deber de los que militamos en el sueño de una psicología latinoamericana desde América Latina, con América Latina, para América Latina.