Editorial 
Con este número quince de Integración Académica en Psicología, cerramos nuestros primeros cinco años de trabajo, de publicación estable de la revista, tres veces al año, durante un quinquenio.
Cinco años de trabajo, para un proyecto editorial, es relativamente poco. Pero han sido cinco años de batalla en un ambiente que puedo considerar hostíl. ¿Por qué? Intento argumentar, y con esto convocar a la reflexión.
En estos cinco años, hemos visto expandirse y ganar fuerza en nuestras universidades latinoamericanas, la tendencia a imponer a los cuerpos de profesores e investigadores la publicación de sus trabajos en las revistas dizque de alto impacto. Lo que fuera algo observado en algunas universidades, sobre todo de tendencia “excelentistas” (por no decir de espíritu neoliberal), hoy se observan en la mayoría de las universidades del continente.
No solo se presiona a publicar en esas revistas mediante mecanismos coercitivos de evaluación docente, con exigencias obligatorias para el paso a categorías superiores, y otros, sino que se establecen sistemas de premios en dinero para los que cumplen el mandato supremo de estar en las revistas más citadas. Una aberración skinerista que juega con las, muchas veces, condiciones de vida difíciles de los y las docentes.
Algunos psicólogos y psicólogas, dado el bajo volumen de revistas rankeadas como de alto impacto en nuestra disciplina, “emigran” sus escritos a publicaciones de otras especialidades, en las que, por su naturaleza, se supone publiquen trabajos más transdisciplinares, en algunos de los cuáles las problemáticas propiamente psicológicas quedan con menos presencia, quizás diluidas en miradas más transactivas.
El efecto sobre las “revistas alternativas”, que no entran en la dinámica de los impactos bibliotecológicos, y que apuestan por los impactos sobre las prácticas profesionales comprometidas con la búsqueda de solución a los problemas cruciales de la región, es nefasto, o cuando menos avasallador.
No es que los autores opten por enviar sus escritos a aquellas, a las de alto impacto, es que no tienen opción, es que son puestos en condiciones de no poder elegir. Una vez más, las fuerzas hegemónicas de poder, puestas al servicio de hacer una Psicología sinflictiva, de espíritu neoliberal, de vocación cientificista.
Claro que cualquier generalización absoluta, además de desmedida es inadecuada. Pero es esa la tendencia.
No obstante, Integración Académica en Psicología, como otras publicaciones hermanadas de América Latina, sigue su lucha. Sigue defendiendo una comunicación abierta, multilateral, flexible epistemológica y metodológicamente, una comunicación más propia, con nuestros modos de pensar, hacer y decir. Y, definitivamente, hay aún muchos psicólogos y psicólogas de este continente, que acompañan y hacen posible que sigamos en pie. Esos son nuestras y nuestros autores. Los verdaderos artífices de la lucha por el derecho a la voz propia, a la escritura propia.
A ellas y ellos el agradecimiento profundo del Comité Editorial de su revista.
Manolo Calviño
Presidente ALFEPSI
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