Margarita Robertazzi
Mariano Polín
Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires
Resumen
Se exponen aquí resultados del Proyecto de Extensión Universitaria 2012, “Museo IMPA del Trabajo: Memorias sociales sobre la identidad obrera”, vinculados con otros elaborados en la investigación “Luchas por y en el territorio: fronteras en movimiento y prácticas de ciudadanía”, Programación Científica UBACyT 2011-2014.
El objetivo general del trabajo de extensión fue la creación de un museo en una empresa recuperada por sus propios trabajadores; paralelamente, la investigación permitió explorar y describir las necesidades sentidas por ese mismo grupo, protagonista de procesos de resistencia socioterritoriales y socioespaciales desde 1998.
La metodología implementada fue la Investigación-Acción Participativa, promotora del diálogo entre quienes investigan y quienes son investigados, en la que ambos colectivos participan desde su propia cultura, como parte del grupo que forman y los forma; involucrados en una praxis transformadora con rigor científico, que privilegia la sensibilidad social y los valores democráticos, partícipes, comprometidos, éticos y políticos.
La perspectiva teórica, coherente con la propuesta metodológica, se enmarca en el paradigma de la construcción y la transformación críticas, tomando aportes de distintos enfoques de la psicología social desarrollados en el continente latinoamericano.
Se identifica el tipo de patrimonio en disputa, material y simbólico, referido al derecho a recordar y transmitir un legado, a la vez que se analizan las transformaciones de la espacialidad y la territorialidad en la metalúrgica IMPA recuperada.
Se exponen los principales procesos cooperativos que posibilitaron que el Museo IMPA se inaugurara en diciembre de 2012 como un sitio de memoria ubicado en una de las primeras empresas autogestionadas en Argentina. Esta experiencia, motorizada por un trabajo colectivo entre protagonistas y un grupo interdisciplinario conformado por docentes y estudiantes universitarios, incluye además organizaciones barriales que avalaron con firmas y acciones la puesta en marcha, así como a otros agentes de una historia colectiva referida a las principales vicisitudes vividas en el mundo del trabajo durante casi un siglo.
Palabras clave: recuperación, espacio, memoria, museo
Abstract
Results of University Extension Project 2012, "Social Memories on worker identity IMPA Museum of Work", linked with other developed research "Struggles and territory: Moving borders and practices of citizenship", Programming Scientific UBACyT 2011-2014, are presented here.
The overall objective of extension work was the creation of a museum in a reclaimed by its workers company; parallel, the research allowed to explore and describe the felt needs of that group, protagonist of processes socioterritorial strength and socioespaciales since 1998.
The implemented methodology was Participatory Action Research, promoter of dialogue among researchers and those are investigated, in which both groups participate from their own culture, as part of the group that form and shape; involved in transformative praxis with scientific rigor, which emphasizes social awareness and democratic values, stakeholders, committed, ethical and political.
The theoretical, consistent with the methodology perspective fits the paradigm of construction and transformation criticism, taking inputs from different approaches of social psychology developed in the Latin American continent.
The type of assets identified in dispute, material and symbolic, based on the right to remember and pass on a legacy, while the transformations of spatiality and territoriality in the IMPA metallurgical analyzes recovered.
Major cooperative processes that enabled IMPA Museum was inaugurated in December 2012 as a site of memory located in one of the first self-managed enterprises in Argentina are exposed. This experience, driven by a collective work between protagonists and an interdisciplinary group formed by university professors and students, also includes neighborhood organizations that supported with signatures and implementation actions, as well as other agents of a collective history referred to major vicissitudes in the world of work for nearly a century.
Key Words: recover, space, memory, museum
Introducción
En este artículo se presenta el itinerario recorrido por una empresa recuperada por sus trabajadoras (ERT) que ya lleva quince años de autogestión. La recuperación de empresas –de acuerdo con el método que aquí se describe– se convirtió en un fenómeno emergente e inesperado que se hizo visible durante la profunda crisis que se vivió en Argentina en los años 2001/2002. La trayectoria de la empresa pone en evidencia un proceso psicosocial transformador y en permanente transformación (Robertazzi, 2007), en la medida en que cuestiona cotidianamente la dimensión de lo instituido.
En tal marco, se relatan algunas de las principales transformaciones, con el fin de evidenciar los procesos que hicieron posible la construcción de un sitio para la memoria colectiva de la clase trabajadora. Para ello, en primer lugar, se describe el ámbito en el que se asienta tal sitio de memoria: IMPA (Industria Metalúrgica y Plástica Argentina), recuperada por sus propios trabajadores en 1998 en el barrio de Almagro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Podría decirse, además, que el Museo IMPA agrega más novedad a la que ya habían traído las ERT, puesto que se desconocen experiencias semejantes en otras organizaciones del mismo tipo y no parece haber tantas similitudes con otros establecimientos fabriles tradicionales dedicados a la conservación del patrimonio industrial.
IMPA fue recuperada por cuarenta trabajadores manuales asociados1 que se vincularon con otros actores sociales provenientes del mundo de la militancia política y gremial, estableciendo así una relación que dio como resultado el fortalecimiento de ambas partes (Murúa, 2011). Por haberse recuperado tan tempranamente, esta fábrica fue un modelo a seguir por otras empresas que estaban a punto de desaparecer en medio de un proceso de desindustrialización feroz.
Muy sintéticamente, podría decirse que el propósito inicial de mantenerse en sus puestos de trabajo fue dando lugar a una historia colectiva compleja en la que sus protagonistas se transformaron y transformaron la espacialidad y la territorialidad del establecimiento fabril, proceso que continúa hasta el momento actual, cuando se proponen preservar, conservar y objetivar su patrimonio material, simbólico e identitario.
Esta presentación es resultado de la ejecución de dos proyectos: uno de investigación, “Luchas por y en el territorio: fronteras en movimiento y prácticas de ciudadanía”, de la Programación Científica UBACyT 2011-2014, Código 037, y otro de Extensión Universitaria 2012 “Museo IMPA del Trabajo: Memorias sociales sobre la identidad obrera”, dependiente del rectorado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ambos con sede en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la misma universidad.2
Se trata de resultados parciales, puesto que los proyectos están en marcha, aunque formalmente haya finalizado la tarea de extensión que durante un año contó con el apoyo del rectorado de la Universidad de Buenos Aires. Para presentarlos, se comienza por re-construir el contexto material y mental (Robertazzi y Pertierra, 2013; Vernant, 1972/1987) que hizo posible la existencia de las ERT en Argentina; se describe la singularidad de IMPA, pionera en proponer una estrategia para enfrentar los padecimientos de la época, y, por último, se identifican los principales procesos y productos que dieron como resultado la construcción colectiva de un sitio para la memoria, una tarea interdisciplinaria que combina actividades de investigación y extensión en las que participan los miembros de la cooperativa IMPA, docentes-investigadores y estudiantes de distintas carreras, así como otras personas interesadas en unirse para materializar el proyecto.
Objetivos
Los objetivos propuestos combinan aspectos más vinculados con la construcción de conocimientos con otros más específicamente referidos a acciones y tareas que se emprenden en el marco comunitario. No obstante, en función del método que se aplica –el mismo en ambos proyectos–resulta artificial sostener tal diferenciación; solo se hace esta precisión a los fines expositivos, dado que, en la práctica, las actividades de investigación y extensión están superpuestas para poder cumplir los objetivos establecidos.
- Explorar y describir las características singulares, así como las necesidades sentidas por los protagonistas de luchas socioterritoriales y socioespaciales en IMPA, una ERT.
- Identificar los patrimonios en disputa, así como las principales estrategias de la resistencia que se adoptan en la fábrica metalúrgica recuperada.
- Reconstruir el recorrido y las acciones realizados para materializar un museo dentro de la ERT, en el marco más amplio de procesos de transformación organizacionales y subjetivos.
Marco conceptual
El marco conceptual que fundamenta el análisis y la interpretación del fenómeno transformador y en transformación de las ERT –especialmente de IMPA– se sitúa en el paradigma de la construcción y transformación críticas (Montero, 2004a), en el que pueden ubicarse la psicología social comunitaria, la psicología social crítica y la psicología social y política de la liberación, tres líneas articuladas e interrelacionadas para pensar la psicología y sus modalidades de acción. Montero (2004b) calificó estos enfoques como un modo de hacer una “psicología socialmente sensible” (p. 26) frente a las problemáticas propias del continente latinoamericano.
Por otra parte, para Robertazzi (2005), tales perspectivas psicológicas presentan una clara afinidad con una psicología social psicoanalítica histórica desarrollada en Argentina hacia fines de los años 50 del siglo pasado. Algunos psicoanalistas argentinos se ocuparon de analizar e intervenir en ámbitos de distinta amplitud, prestando especial atención a los efectos subjetivos e intersubjetivos de los procesos sociales e históricos, los que pueden entenderse como producciones colectivas en las que, si se analizan diacrónicamente, algo cambia y otro tanto permanece, según las distintas épocas. Esa psicología social coincide, en parte, con una psicología política y otra de la cultura. Una de sus características es que manifiesta una clara vocación práctica, sin abandonar por ello la construcción teórica (Malfé, 1994; Robertazzi, 2005; Robertazzi y Pertierra, 2013), lo que se corresponde con el concepto de praxis (Herrera Farfán y López Guzmán, 2013; Martin-Baró, 1986; Montero, 2004b).
Puede considerarse a Pichon-Rivière como el iniciador de este enfoque, si bien aquí se consideran especialmente los aportes de Malfé (1991) para analizar las transformaciones espaciales de lo instituido, así como la perspectiva instituyente que se pone en juego en IMPA.
La psicología social comunitaria
La psicología social comunitaria fue definida por Montero (1982) como el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y el poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar sus problemas y producir cambios en el ambiente y en la estructura social. El objeto de la psicología comunitaria coloca a la comunidad o al grupo y su autodelimitación como ámbito y sujeto de la acción psicosocial comunitaria y de sus transformaciones posibles. En ese sentido, está referida al desarrollo local o comunal (Hernández, 1996), en el que se sostienen diferencias con otras modalidades de trabajo comunitarias, pues uno de sus aspectos distintivos es la administración de métodos participativos – frecuentemente, la Investigación-Acción Participativa (IAP), pero no como única opción. El tipo de tarea inicial es la identificación de las necesidades, como práctica realizada por la propia comunidad y grupo. Además, la participación y el compromiso son conceptos que ha desarrollado esta perspectiva y que ya marcan un estilo definido.
Esta perspectiva teórica y metodológica resulta relevante para comprender/ intervenir en el fenómeno de las ERT, lo que incluye el análisis de los procesos psicosociales que la disciplina ha ido identificando, tales como naturalización, habituación, problematización y conscientización (Montero, 2004a).
La psicología social crítica
Por fuera de las posiciones académicas convencionales, existen otro tipo de prácticas en las que la relevancia social; la propuesta de aplicabilidad; el compromiso ético y político con la transformación social; la producción de alternativas de acción novedosas para desarrollar nuevas relaciones sociales y políticas son aspectos centrales. Estas prácticas alternativas surgieron bajo el impacto de la tradición metodológica cualitativa, la epistemología feminista, las posiciones gays y lésbicas y el encuentro con el resto de las disciplinas humanas y sociales. Algunas de estas alternativas entienden la psicología social como práctica discursiva y por lo tanto social, la que –junto con el resto de las prácticas sociales– puede ser útil para sostener o bien revertir el status quo. La psicología social crítica, desde sus inicios, se ha propuesto subvertir el modo “natural” de ver las cosas, evidenciando los mecanismos del poder que sostienen posiciones establecidas y abriendo nuevas perspectivas al conocimiento.
Walkerdine (2002) define las principales características que configuran esta crítica al positivismo: la necesidad de entender el modo en que las personas adquieren sentido y comprensión del mundo en el que viven para estudiar el comportamiento humano, de considerar al lenguaje como el instrumento imprescindible para hacerlo, la utilización de métodos interpretativos y el establecimiento de una relación dialéctica entre quienes investigan y quienes son investigados e investigadas, en síntesis, una actividad para realizar “... con las personas, no sobre ellas” (p. 112).
En el marco de este enfoque, para analizar las más actuales transformaciones de IMPA, interesan especialmente los aportes realizados por Vázquez (2001) y por Iñiguez-Rueda y Vázquez (2001) con el fin de realizar una reconstrucción crítica de la memoria social desde la perspectiva de los protagonistas.
Psicología social y política de la liberación
Se trata de una corriente teórico-práctica democratizadora y fortalecedora, ética y crítica, que propone la participación activa de los ciudadanos en la construcción de la realidad. Su foco está puesto en quienes resultan víctimas de las situaciones de opresión y se encuentran excluidos de los bienes sociales y de las decisiones que los afectan; su finalidad es potencializar todos los recursos que poseen esos grupos de personas que habitualmente están silenciados.
Este enfoque propone una nueva perspectiva que comience desde abajo, desde las mayorías oprimidas y una nueva praxis consistente en participar para contribuir en la transformación de las realidades que es indispensable cambiar.
Desde siempre, la tan mentada neutralidad científica consistió en aceptar el punto de vista de quienes detentaran el poder, como ya lo había planteado con claridad Fanon (1974). Entre las tareas urgentes y pendientes de la psicología latinoamericana que menciona esta corriente pueden contabilizarse la recuperación de la memoria histórica, la desideologización del sentido común y de la experiencia cotidiana, así como la potenciación de las virtudes populares. Martín-Baró (1986) encontraba que era imperioso estudiar las formas en que el poder se articula en las relaciones y se instala en la subjetividad y la intersubjetividad, conformando una determinada visión de la realidad o sentido común enajenado.
Esta postura propone líneas de trabajo muy pertinentes para el tema que se presenta, especialmente al recordar la pregunta de Martín-Baró (1986) “¿por qué no construir una psicología laboral desde el desempleado?”, agregando inclusive: ¿por qué no construir tal psicología desde quien resiste convertirse en una persona desempleada?
Psicología social histórica psicoanalítica
En Argentina, no ha abundado la corriente crítica y menos aún la liberadora; o, por lo menos no ha tomado esas denominaciones a menudo; en cuanto a la psicología social comunitaria, algunos autores la presentan con desarrollos fragmentarios (Chinkes, Lapalma y Nicemboim, 1991). Es ya muy conocida la preponderancia psicoanalítica y la disposición a la práctica clínica en la mayoría de los profesionales que ejercen la disciplina como para extenderse en ello, y también las particulares circunstancias vividas en el contexto socio-político. Cuando en el resto de América Latina se instalaban las nuevas perspectivas post-crisis, es decir hacia 1976, se silenciaban en Argentina los desarrollos más originales de un tipo de psicología social que se dedicaba a estudiar los ámbitos colectivos de la vida cotidiana desde la teoría psicoanalítica (Robertazzi, 2005).
En tal línea –que nunca fue hegemónica– es posible encontrar importantes antecedentes en autores como Pichon Rivière, Bleger, Ulloa y Malfé. Ellos –como principales exponentes– constituyeron las bases para el psicoanálisis de grupos y el trabajo en instituciones y comunidades. Sus tempranas teorías anticiparon posturas que luego se instalarían con mayor fuerza, en general cuando llegaban desde el extranjero. Pichon Rivière definía de este modo la psicología social en una ya famosa entrevista:
La Psicología Social que postulamos tiene como objeto el estudio del desarrollo y transformación de una realidad dialéctica entre formación o estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto, asentada sobre sus relaciones de necesidad. Dicho de otra manera, la relación entre estructura social y configuración del mundo interno del sujeto, relación que es abordada a través de la noción de vínculo (Zito Lema, 1976, p. 107).
Ese interjuego entre lo psicosocial y sociodinámico calificaba a una disciplina que pudiera dar cuenta del modo en que la estructura social devenía fantasía inconsciente. Su búsqueda de “... explicación de lo implícito ... requiere de una psicología dinámica, histórica y estructural” (Zito Lema, 1976, p. 106). En 1962, en un trabajo presentado en el Congreso Internacional de Psiquiatría Social en Londres, exigió la interdisciplina y el campo de la praxis para que la psicología social no cayera en una “... situación formal y estereotipada” (Pichon Rivière, 1985, p. 149). Es para subrayar la llamativa actualidad de esas conceptualizaciones realizadas hace ya varias décadas. Indudablemente, Pichon Rivière fue el iniciador de la aplicación de la teoría psicoanalítica en distintos ámbitos psicosociales de la vida cotidiana, aunque más adelante estos desarrollos se vieron enriquecidos con los modelos propuestos por otros como Ricardo Malfé, especialmente en el abordaje de las instituciones.
Método
El proyecto de investigación ya mencionado propone un estudio de tipo exploratorio-descriptivo; un diseño participativo, con características de apertura y flexibilidad (Montero, 2006), consistente en trabajar con casos múltiples seleccionados intencionalmente (Stake, 1998).
En el caso que aquí se presenta, la empresa IMPA, se está instrumentando como método la Investigación-Acción Participativa (IAP), capaz de generar nuevas formas de investigación y de acción de acuerdo a los problemas y necesidades sentidos por el grupo, la institución y/o la comunidad con la que se comparten conocimientos y acciones. Para llevarlo a cabo resulta una cuestión insoslayable garantizar el diálogo entre quienes investigan y quienes son investigados, partiendo del supuesto de que ambos son sujetos que participan desde su propia cultura, desde su propia historia, como parte del grupo que forman y los forma; ambos involucrados en el desarrollo de una praxis transformadora con rigor científico, pero que privilegia la sensibilidad social. Se trata de una práctica orientada por valores democráticos, partícipes, comprometidos, éticos y políticos, de ahí la importancia del diálogo honesto y de la reflexividad entre ambos colectivos: el académico y el de los protagonistas (Herrera Farfán y López Guzmán, 2013; Montero, 2004a, 2006).
La elección de esta empresa recuperada sigue criterios consensuados para el estudio de casos. Es una experiencia que, por su especificidad, despierta interés en sí misma, lo que algunos autores denominan caso intrínseco, a la vez que podría considerarse un caso ejemplar (Archenti, 2007). IMPA muestra disponibilidad para ser estudiada y un fuerte impulso para transformarse una y otra vez con el propósito de sobrevivir, de ahí el interés por utilizar la perspectiva diacrónica. Por último, el principal criterio metodológico para la elección de IMPA es que resulta adecuada a los objetivos que propone la investigación. La IAP puede recurrir a estrategias cualitativas y cuantitativas, sin embargo en el caso estudiado se privilegia el enfoque y las técnicas cualitativas: entrevistas abiertas en profundidad, relatos de vida, observaciones etnográficas y participativas, análisis de documentos, entre otras. Cabe señalar que en la ejecución del proyecto de extensión universitaria se utiliza también la IAP como método. La principal diferencia es que el equipo de extensionistas incorpora una mayor interdisciplinariedad, pues requiere de múltiples saberes para llevar a cabo su tarea: la construcción del Museo IMPA.
Participantes
Agentes internos. Los trabajadores de la empresa IMPA, así como otros grupos que conforman la empresa.
Agentes externos. El equipo de investigación de la Facultad de Psicología y el equipo de extensión universitaria que conforman un colectivo interdisciplinario, entendiendo por tal no solo a los representantes de las distintas disciplinas científicas, sino también a vecinos y voluntarios de distintas procedencias, portadores del saber popular (Montero, 2006).
Resultados
Introducción
Con el fin de exponer los resultados, se comienza por contextualizar el desempleo como problema de la época, luego se propone definiciones sobre las ERT, posteriormente se presentan las características singulares de IMPA como empresa recuperada pionera y, finalmente, se relatan algunas acciones destinadas a crear el Museo IMPA en el establecimiento fabril.
Perder el trabajo
La falta de trabajo es un problema que no solo afectó y/o afecta a Argentina, aunque allí fue particularmente agudo. Conviene recordar que esta tragedia ha sido estudiada y ya se han mencionado sus características pandémicas con reiteración. Rifkin (1996) popularizó la expresión el fin del trabajo y proclamó la necesidad de construir la vida social sin considerar ni el trabajo ni el mercado, intentando encontrar alternativas que permitieran reconstruir de otro modo la ciudadanía.
Los estudios sobre la falta de trabajo son concurrentes con el concepto de exclusión social para las personas desocupadas. No pueden encontrarse muchos argumentos para discutir la afirmación de que el desempleo produce consecuencias nefastas, pues el trabajo cumple una función privilegiada en la producción de cohesión social. Sin embargo, Castel (2002) puso en cuestión la adecuación del concepto de exclusión y discutió la alternativa propuesta por Rifkin, dado que se correría el peligro de reinstalar formas pre-modernas de organización social, así como de reificar el concepto de exclusión (Castel 2004), al perder de vista que se trata siempre del producto de un proceso construido por los seres humanos en sus prácticas sociales (Berger & Luckmann, 1969).
Su propuesta consiste entonces en analizar los riesgos y las fracturas sociales actuales en las que el término exclusión designa una cantidad de situaciones diferentes, a la vez que oculta las especificidades de cada una. La palabra excluido aportaría solo una calificación negativa, pues –mientras designa una falta– oculta decir su procedencia y sentido. Es así que Castel (2002, 2004) define entonces la exclusión contemporánea, aquella que a partir de 1984 se conoce como nueva pobreza y que resulta paralela a la pérdida del trabajo como formación social hegemónica. En síntesis, la crisis de la sociedad salarial, concepto con el que define el compromiso social o equilibrio inestable que tomaba la forma de empleo asalariado y que permitía inclusive la protección de las personas no asalariadas y/o no activas.
La exclusión contemporánea, en la mayoría de los casos, se corresponde con una degradación con respecto a una posición anterior, por lo que “... a menudo el que hoy está en la ruina podría parecer perfectamente integrado gracias a un trabajo estable y a una buena calificación profesional, pero un despido por razones económicas le hizo perder sus protecciones” (Castel, 2004, p. 24).
La sociedad salarial comenzó a declinar a principios de los 70, cuando se produjo una nueva estructuración. En la década de los 80 la crisis se profundizó, pues se otorgó prioridad a los imperativos de la rentabilidad económica. Desde entonces, los derechos de la clase trabajadora –sostenidos legalmente– pasaron a convertirse en obstáculos para lograr la mayor competitividad y la máxima eficacia con el mínimo costo laboral. Aún así, la sociedad salarial no fue desmantelada completamente ni por la patronal ni por los gobiernos, sino que fue desapareciendo en función de la “... aparición de nuevas amenazas que convierten en aleatorio el vínculo con el trabajo” (Castel, 2002, p. 66). En la década de los 90, la situación económica se agravó por el desempleo, los contratos atípicos y la precarización de las relaciones del trabajo. Al perderse las regulaciones legales, se perdió también la función cohesiva del trabajo, que, en los inicios de la industrialización, consistía en un acto social, una actividad reconocida y protegida que otorgaba ciudadanía a la clase trabajadora.
El sistema de derechos y obligaciones laborales implicaba una utilidad colectiva y no respondía solamente al beneficio económico de los intercambios mercantiles. Las regulaciones de la sociedad salarial que, con sus conflictos y negociaciones, permitían un cierto equilibrio se fueron desestabilizando, el trabajo comenzó a tornarse precario y flexibilizado, llegó casi a desaparecer y las personas que trabajan se convirtieron en prescindibles, superfluas, no necesarias. Debe agregarse, sin embargo, que el flagelo de la desocupación y la exclusión concomitante tienen que ser comprendidos como efectos de procesos que atraviesan la vida social en conjunto, que no afectan solo a la periferia o a los márgenes.
A medida que las relaciones y condiciones de trabajo se modificaban en el mundo, se evidenciaban también efectos psicosociales, políticos y culturales. Bourdieu (2000, p. 23) denominó “ ... este modo de dominación como la institución de la inseguridad”, es decir la instalación de un tipo de proceso de sometimiento generado en la precariedad del vínculo con el trabajo, capaz de producir auto-explotación y transformarse no solo en un organizador del trabajo, sino de todo el estilo de vida. La nueva concentración de capital, por parte de un pequeño número de inversores institucionalizados, ejerció la mayor presión, tanto sobre las empresas como sobre los estados, sin prestar atención a las consecuencias ecológicas, especialmente humanas, de su política, asegurando la reproducción del capital cultural e imponiendo permanencias, constancias y no solo cambios (Bourdieu, 2000). Desde entonces, toda la vida de las personas asalariadas se llenó de inseguridad e incertidumbre, posibilitando instalar un régimen económico estrechamente vinculado a un régimen político.
Desde hace tiempo la globalización genera polémicas: defensores y detractores se acusan mutuamente de no comprender la realidad de tal proceso, que presenta aspectos positivos y negativos (Sachs, 2001). Se debe a que sus anunciadas ventajas terminaron generando catástrofes: se agravó la desigualdad, se extendió la pobreza, aumentó el desempleo y la desprotección para la clase trabajadora; se degradó el medio ambiente y produjo fractura social. En la perspectiva de los autores de este artículo, y a partir de los efectos que se evidenciaron en distintas partes del mundo, podría decirse que sus aspectos más positivos pueden quedar circunscriptos a las intenciones o los propósitos con los que formalmente se presentó la globalización.
En tal marco, Argentina fue “el mejor alumno” en seguir la prédica de los organismos internacionales de crédito, quienes dictaban las políticas económicas neoliberales, mientras fracasaban en sus propósitos explícitos –como el de disminuir la pobreza– logrando simultáneamente alta eficacia en imponer sus visiones del mundo (Bourdieu, 2000; Robertazzi, 2007).
El comienzo del siglo xxi en Argentina mostraba el derrumbe de la economía y del sistema financiero nacional; la recolonización capitalista de la economía nacional a través del capital financiero internacional, del predominio de empresas transnacionales y de la apropiación extranjera de diversos sectores de la economía; la desintegración social expresada por la agudización de las desigualdades, el aumento de las personas excluidas, la pérdida del pacto social y la generalización de la anomia; el colapso del estado nacional y del sistema público en casi todas las provincias (Pérez Lindo, 2003).
Sin embargo, de manera inesperada, comenzaron a escucharse las voces de la resistencia, de la rebeldía y de la esperanza. Entre esas voces, los autores de este artículo rescatan las de la clase trabajadora que reinventó el trabajo al recuperar sus empresas y ponerlas nuevamente en pie.
Empresas recuperadas por sus trabajadores: definiciones
Para enmarcar el proyecto Museo IMPA, se hace necesario exponer, en primer lugar, qué son las ERT argentinas. Para ello puede recurrirse a distintas perspectivas: por un lado, las que proponen quienes han investigado el tema, por otro, las que refieren los protagonistas, es decir los agentes de la recuperación.
ERT, según los investigadores. El discurso académico definió este nuevo modelo de acción social de diversos modos, sin embargo, es posible encontrar algunas coincidencias entre la mayoría de los investigadores que estudiaron el fenómeno emergente. Básicamente, lo caracterizaron como un ámbito donde existía una empresa tradicional o burguesa que se había tornado inviable y en el que se había producido un control de hecho de los obreros dentro de la misma fábrica, tomando decisiones en igualdad de derechos y habiendo obtenido un marco legal –aunque fuera precario– para poder funcionar.
Así, Fajn (2004) las definía como prácticas colectivas de respuesta a la crisis y exploración de modalidades de gestión alternativas. Ruggeri, Martínez y Trinchero (2005) las conceptualizaban como un proceso social y económico que presuponía la existencia de una empresa anterior que funcionaba bajo el modelo capitalista tradicional y que, a partir de un proceso de quiebra, vaciamiento o inviabilidad, condujo a la clase trabajadora a luchar para lograr la puesta en funcionamiento bajo formatos autogestores. Estos últimos autores sostienen que no resulta sencillo delimitar el momento a partir del cual podría categorizarse una empresa como recuperada, pero que habría aun mayores problemas para determinar el punto final de un proceso que difiere de un caso a otro y que transcurre por un camino que se construye y reconstruye casi diariamente. Por tales razones sería preferible pensar en términos de proceso y no de estado.
Las investigaciones que se llevaron a cabo desde el momento en que se visibilizaron las ERT identificaban los principales actores sociales en conflicto: la clase trabajadora que estaba a punto de quedar desempleada; la patronal que abandonaba total o parcialmente sus empresas; los sindicatos que de modo frecuente ignoraron o vacilaron ante el conflicto y el estado (poder político) que miraba para otro lado. También delimitaron los escenarios donde se llevaba a cabo la resistencia: dentro de las fábricas, frecuentemente; en oportunidades, extendiéndose hacia el barrio; en ámbitos del poder judicial o legislativo; en los medios de comunicación; en instituciones educativas, en especial en las universidades. Todas ellas reproducían un método semejante, muchas se nuclearon de manera explícita en torno a la consigna: “Ocupar, Resistir, Producir”, como una acción psicosocial, psicopolítica y psicocultural novedosa (Robertazzi, 2007).
ERT, según sus protagonistas. Si comparamos estas definiciones con las que propone uno de los iniciales protagonistas de la recuperación de empresas, se evidencia que coloca un fuerte énfasis en la lucha, en la historia del movimiento obrero y en la particular coyuntura:
Es un nuevo método de lucha de la clase trabajadora... … yo creo que los pueblos nunca eligen sus métodos de lucha, realmente las etapas son históricas y tienen que ver con los diferentes gobiernos y cómo se comporta el poder ... lo que vimos era que los métodos de luchas anteriores, los utilizados por los sindicatos, estaban agotados … la lucha por los salarios, por mejoras adentro del ámbito del trabajo, no alcanzaba, que había que salir con otros métodos de lucha, salir y ocupar las fábricas ... nosotros les dimos un instrumento a los sindicatos y a los trabajadores para que no se dejen extorsionar por la patronal.
En tal perspectiva, las ERT instalan un nuevo método de lucha que presenta aspectos de continuidad y ruptura con otras formas de lucha más tradicionales del movimiento obrero. Además, lo hacen donde antes no había nada, solo un lugar disponible que pasa a estar ocupado por un nuevo discurso o una narrativa verosímil de la resistencia, muy difícil de rebatir, aunque cuestione uno de los principales pilares del sistema económico vigente: la propiedad privada (Robertazzi, 2007).
Características de las ERT
A continuación, se diferencian las características generales, específicas y singulares de las ERT, para luego enfocar en la singularidad de la fábrica IMPA.
Características generales de las ERT. Se constituyen sobre una empresa anterior, tradicional/ capitalista, en la que se produjo un conflicto laboral previo, por lo que se desencadena una deserción total o parcial del empresariado. Es decir, la antigua empresa resulta inviable por descapitalización o vaciamiento. El conflicto comenzaba dentro de la empresa, extendiéndose hacia el estado, a pesar de que, habitualmente, los agentes de las luchas contaran con escasos recursos materiales. Sin embargo, van logrando el control la empresa en la que comienzan a tomar decisiones horizontalmente; a la vez que establecen vínculos flexibles con movimientos sociales y políticos más amplios
Características específicas de las ERT. Algunas ERT obtuvieron apoyo sindical durante la lucha, especialmente cuando ya las primeras se habían recuperado y el fenómeno se iba extendiendo. Asimismo, en ocasiones, las propuestas educativas o culturales se asociaron a la producción. En algunos casos, se comenzó a dar apoyo a quienes atravesaban situaciones similares, sin considerar su adscripción a los movimientos más amplios. Según el lugar donde estuvieran, concitaban apoyo y una mayor vinculación con el barrio, en algunas se evidenciaba desconfianza para delegar el poder en organizaciones de mayor jerarquía o amplitud. Mediante sus luchas, fue posible que obtuvieran un marco jurídico para funcionar, en general precario. Unas pocas obtuvieron una ley de expropiación definitiva, debido a que el vacío legal fue tanto un problema como una oportunidad (Echaide, 2003). En mayor o menor medida, desaparece la relación contractual, pues ya no habría empleados, sino que pasan a ser productores, con frecuencia cooperativistas.
Características singulares de las ERT. Cada una de estas organizaciones tiene que comprenderse en su singularidad, dado que los ritmos de la recomposición, el tipo de problemas, las orientaciones políticas e ideológicas, la relación previa con la patronal y los cuadros medios difieren. Todo ello debe ser analizado para reconstruir historias colectivas que puedan dar cuenta de las distintas composiciones de oponentes y adyuvantes, así como de los singulares mitos del origen (Malfé, 1994).
La singularidad de IMPA
Desde que IMPA comenzó a producir mediante autogestión se fue transformando en una “Fábrica de Ideas”.3 Basta recorrer la fábrica para advertir la remodelación y re funcionalidad de distintas espacios ociosos del establecimiento –de 22,000 metros cuadrados– que pasaron a destinarse a propuestas artísticas, educativas, culturales, de difusión. Todas ellas hoy conviven simultáneamente con otros ámbitos en los están ubicadas las máquinas en las que los trabajadores procesan el aluminio. La reconfiguración de algunos espacios fabriles en un centro cultural (1999), un polo educativo, en el que se destacan el bachillerato popular para jóvenes y adultos (2004) y la universidad de los trabajadores (2010) , entre otras propuestas no menos importantes, dan cuenta de un plus respecto de la lucha por un recurso –en este caso la fuente de trabajo–.
En IMPA puede advertirse un proceso y un producto de la reterritorialización (Fernandes, 2005) en la que se cambia la realidad del espacio, modificando las relaciones sociales, reconfigurando sistemas de poder y formas organizativas, mediante la lucha territorial. Cuando un espacio está en permanente transformación, luchando contra lo instituido, cambian las ambientaciones, las escenografías, pero también cambia la subjetividad y los lazos entre las personas que de él participan. Se trata de espacios que modifican las dimensiones de politización, semiotización y fantasmatización (Malfé, 1991; Robertazzi, 2009)
De este modo, IMPA disputa con los poderes establecidos el derecho –pero también la obligación– de participar en todos los debates (Murúa, 2011). En tal posicionamiento, produce y sostiene ámbitos abiertos con, desde y para la comunidad, en los que es posible educar y educarse; producir salud, noticias; proponer una ética y una estética desde el punto de vista de la clase trabajadora. Así, la metalúrgica fue conformando un particular entramado (Elías, 1987) fabril, cultural, político y comunitario por el que transitan nuevos trabajadores que despliegan nuevas prácticas, en las que se entrecruzan los distintos saberes: fabriles, científicos, artísticos, educativos, populares. Por esas mismas razones, día a día, la fábrica se hace más interdisciplinaria (Robertazzi, 2012), requiriendo cada vez más del trabajo conjunto y cooperativo de todos los grupos que hoy la componen.
La estrategia de los trabajadores fue defensiva al principio y ofensiva a posteriori. Frente a cada ataque de los poderes instituidos, IMPA pudo protegerse pues contaba con un amplio apoyo social, de asambleas populares y movimientos sociales, de vecinos, de universitarios, de intelectuales, nacionales y extranjeros. A la vez, la fábrica se fortaleció hacia adentro, constituyendo un territorio con reglas poco comunes para el actual sistema capitalista: reparto por igual de las utilidades entre los miembros de la cooperativa; cooperación con otros colectivos que enfrenten luchas similares; defensa del espacio con todos los recursos disponibles; diálogo, pero también confrontación con los poderes instituidos; despliegue de procesos de desnaturalización y problematización de la injustica; promoción de la desobediencia ante el destino funesto de la desocupación y apertura para co-construir acciones indispensables para construir una vida mejor.
Para dar cuenta del modo en que IMPA se convierte en un territorio, solo basta mencionar las palabras de uno de sus principales referentes, Eduardo Murúa, cuando, en 2008, la orden de un juez había conseguido desalojar a los trabajadores. En la calle de la esquina de la fábrica, durante una conferencia de prensa, dijo de modo convincente, con dolor, con fortaleza, pero también con belleza y esperanza: “IMPA es nuestra patria, la vamos a defender como se defiende a la patria, de acá nos sacan muertos”.
Esta metalúrgica, que resultó victoriosa en las peores condiciones, hacia el año 2000, conformó y lideró el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), cuando ya existían alrededor de cincuenta fábricas en manos de trabajadores y trabajadoras (Murúa, 2011). La transmisión de la experiencia no era meramente discursiva, puesto que IMPA y el MNER estuvieron presentes protagonizando la recuperación de esas otras empresas, cuando era necesario enfrentar los intentos de desalojo, o cuando se requerían distintos recursos (Robertazzi, Pertierra & Ferrari, 2008).
En el marco de estas profundas transformaciones que se experimentan en IMPA, hacia el año 2010, surge la propuesta de materializar un museo dentro de la fábrica. Los mismos protagonistas de la historia colectiva que tuvieron la imperiosa necesidad, pero también la convicción y el coraje de luchar por su fuente de trabajo, fueron quienes se propusieron preservar y dar a conocer su propia historia.
La creación colectiva del Museo IMPA.
Inicialmente, el equipo de investigación se propuso estudiar las luchas por el espacio y el territorio que dieron lugar a la construcción de la Universidad de los Trabajadores en IMPA. Así, hacia 2010, surgió la idea de reconstruir la historia colectiva de la fábrica, por lo que se comenzó a ejecutar un proyecto de extensión universitaria desde la asignatura Psicología Social II de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Al poco de andar, comenzó a hablarse del museo, mucho antes de que tal posibilidad existiera. En verdad, sería muy difícil decir de quién fue la idea: el Museo IMPA es una creación colectiva. Una prueba de ello es que el equipo de trabajo, al relevar la memoria colectiva de los protagonistas (Halbwachs, 1950/2004; Siedl, 2013), se enteró por algunos entrevistados que IMPA ya imaginaba un museo hacia el año 2000. Las tareas urgentes que la ocupan –la producción, la subsistencia y el apoyo a otras empresas recuperadas o por recuperarse– demoraron la materialización del proyecto, no obstante puede decirse que el museo es un viejo anhelo de los protagonistas. Los mismos agentes que, al principio, lucharon por conservar las máquinas indispensables para continuar con la actividad productiva del laminado de aluminio, son los que se autodesignan como trabajadores que, mediante un nuevo método, pudieron dar continuidad a las luchas obreras. Ahora, se proponen como protagonistas de la preservación de otros espacios que contienen máquinas, objetos y documentos, con el fin convertirlos en “artefactos de memoria” (Radley, 1992).
Para ello, los trabajadores de IMPA cedieron una oficina donde realizar distintas actividades de acopio, limpieza, valoración, preservación y catalogación, así como para realizar reuniones, entre otras tareas indispensables. Con posterioridad, una vez que el equipo obtuvo el subsidio del proyecto UBANEX, cedieron un nuevo espacio, junto con las máquinas que contiene y que no se utilizan –en la PB de la fábrica, donde antes funcionaba el sector laminación. Los fondos otorgados por el subsidio de extensión universitaria permitieron modificar solo un pequeño rectángulo del amplio espacio que fue cedido para crear allí un sitio de memoria. Después de una primera remodelación, se inauguró el Museo IMPA el 15 de diciembre de 2012. Hasta el momento, no se cuenta con posibilidades de exhibir una muestra permanente, sin embargo, para todos los que forman parte de IMPA el museo es una realidad que comenzó cuando pasó a ser nombrada, situada, imaginada, en síntesis, ocupada.
Actividades realizadas para la materialización del museo.
1º) Se elaboró un guión histórico para establecer posición sobre algunos temas controversiales: la fecha de la fundación de la fábrica y el origen de sus capitales. Se recurrió a fuentes secundarias, dentro y fuera de IMPA, y se complementó con datos obtenidos en las reuniones con los familiares de quien fuera su fundador, los que también aportaron otros documentos. Se identificaron las cuatro etapas que atravesó la fábrica en su afán de sobrevivir: empresa privada, entre 1928 y 1946; empresa estatal, entre 1946 y 1961; cooperativa, entre 1961 y 1998, y empresa recuperada por sus trabajadores, desde 1998 y hasta la actualidad. En cada una, se produjeron luchas obreras, con la finalidad de preservar la fábrica. Asimismo, pudieron identificarse los diversos modos de organización, el tipo de relación, las mentalidades predominantes, así como los principales productos que se fabricaban. Para comprender el modo en que la empresa se transformó una y otra vez, es indispensable conocer el particular contexto económico, político y cultural de Argentina, situado en el más amplio ordenamiento mundial. Para esta actividad, se contó con el asesoramiento del Centro de Estudios Económicos de la Empresa y el Desarrollo, Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas, UBA.
2º) Se recolectaron objetos; publicidades; fotografías; notas de periódicos y revistas; videos y documentales de las distintas etapas. Algunos estaban en la fábrica, otros fueron donados por los trabajadores, o bien fueron adquiridos o buscados en archivos por fuera de la empresa. Cabe consignar que, por IMPA, en sus distintas etapas, transitaron figuras relevantes de la historia nacional, tales como el presidente Juan Domingo Perón, Eva Perón y el coronel Savio. Además, en el mayor momento de esplendor de la primera etapa, se convirtió en la primera fábrica privada de aviones del país.
3º) Se realizaron entrevistas semi dirigidas a los principales protagonistas de la historia colectiva: trabajadores, ex trabajadores, familiares, vecinos, proveedores, clientes, familiares del fundador, entre otros actores sociales relevantes.4 La transcripción y la posterior elaboración de este material permitieron ir construyendo un archivo oral.
4º) Se comenzó a ordenar el archivo de la fábrica que cuenta con legajos de personal, libros contables, de socios, de actas, entre otros materiales igualmente valiosos. El rescate y la conservación del archivo es una actividad central para la preservación del patrimonio industrial. Al inicio, se contó con la colaboración de dos pasantes que cursaban la Práctica Profesional de la Tecnicatura Superior en Administración de Documentos y Archivos del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica no. 8 de La Plata.
5º) Para realizar un trabajo cooperativo, se tomó contacto con una cátedra de Diseño Gráfico, la del profesor Rico, y con otra denominada Taller Libre de Trabajo Social, ambas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, con el propósito de rediseñar el sitio destinado al museo. A lo largo de un cuatrimestre, los alumnos de la cátedra de Diseño trabajaron para identificar los rasgos principales que pudieran otorgar identidad al museo, en consonancia con lo que IMPA significa para los protagonistas de su historia colectiva, tomaron en cuenta aspectos formales-estéticos; conceptuales; atmósfera y clima; rasgos enunciativos; consideración del interlocutor y de eventuales usuarios y visitantes.
6º) Se realizaron reuniones periódicas con los trabajadores de IMPA para reflexionar sobre los hallazgos y su significación, así como para debatir sobre cada uno de los cambios a realizar en el espacio. Esta actividad resulta indispensable para la metodología IAP.
7º) Se intervino el espacio cedido por los trabajadores para el museo, más bien un pequeño sector de este que pasó a denominarse “isla”, con el propósito de situar un ámbito fundacional para que sea ocupado. Ese rectángulo se limpió, se iluminó, se construyó un piso y se ambientó para sus nuevas funciones. Fue central para esta tarea que los trabajadores pusieran manos a la obra.
8º) Se adquirieron elementos necesarios para la I Muestra Museo IMPA: dos vitrinas, un proyector y una pantalla de proyección. Se diseñó la folletería y gigantografías que exhibían líneas de tiempo, etapas de la fábrica, publicidades, fotografías, objetos y frases significativas que daban cuenta de la memoria colectiva de los protagonistas.
9º) El 15 de diciembre de 2012 se inauguró el Museo IMPA y tuvo lugar la primera muestra. Además de exhibir los productos elaborados para tal fin, algunos alumnos de diseño gráfico expusieron los trabajos que estaban previamente seleccionados por sus profesores, el equipo Museo y los trabajadores de IMPA. Estuvieron presentes trabajadores, vecinos, intelectuales, familiares de los alumnos de diseño, miembros de otros grupos de IMPA (Universidad, Centro Cultural, entre otros), personalidades destacadas como el director de Museos de la CABA, Pedro Aparicio. Se recibieron adhesiones de algunos legisladores de la legislatura de la CABA, de algunos de sus asesores y también de la Federación de Psicólogos de la República Argentina.
10º) El 27 de julio de 2013, se realizó la II Muestra del Museo IMPA. La exhibición fue parcial, se seleccionaron solo algunos objetos, dado que se desarrolló en el cuarto piso de la fábrica, auspiciando una muestra artística –junto con el microcine “Oracio Campos” y Videobardo 5– organizada por una Escuela de Arte de La Matanza, 6 “La Marechal”. La mudanza del museo obedeció a que el lugar original requería de arreglos y no se encontraba en las mejores condiciones. A pesar de estos obstáculos, la II Muestra Museo IMPA le permitió al equipo de trabajo recibir grupos de personas que espontáneamente se acercaban y se entusiasmaban al conocer la historia colectiva de la fábrica, aunque su principal interés por estar allí fuera otro. Fue un momento estimulante y fortalecedor para los miembros del equipo, además fue un buen entrenamiento para poder narrar, al modo de las visitas guiadas, los conocimientos elaborados y adquiridos.
11º) Simultáneamente, se presentaron informes a la legislatura de la CABA, con la finalidad es contribuir a la formulación de dos leyes capaces de proteger a IMPA de la amenaza de desalojo por parte del poder judicial: la Ley 1227, que podría declararla Patrimonio histórico-cultural y la Ley 578, que podría declararla de Interés científico, cultural y comunitario, las que se continúan gestionando.
12º) Está en preparación, en su última etapa, una revista/ libro del museo, trabajo interdisciplinario que se pretende presentar próximamente en la III Muestra Museo.
Resta decir que todas están actividades están en marcha, ninguna de ellas está concluida, pero el Museo IMPA es una realidad para todas las personas que se interesan por este nuevo emprendimiento. Es más, ya están en proceso otras tareas, otros contactos y más proyectos.
Actividades a futuro del Museo IMPA
1º) Actualmente, se están estableciendo alianzas fortalecedoras con museólogos de distintos ámbitos: académicos y profesionales, de distintas especialidades. Es notable observar cómo cada contacto se multiplica en otros nuevos. Los miembros del equipo necesitan asesoramiento en tareas de conservación del patrimonio industrial, cultural y artístico, así como en tareas archivísticas. Además, la compleja posición legal de IMPA requiere de conformar un grupo de expertos que apoyen esta iniciativa.
2º) Se están diseñando distintos proyectos con la finalidad de concursar en el ámbito académico para obtener financiaciones indispensables para dar continuidad al museo. A la vez, con los mismos propósitos se está formando una asociación civil para obtener reconocimiento en distintos ámbitos nacionales e internacionales que dan apoyo a los museos. Esta actividad es realmente indispensable, pues, como dicen los trabajadores, “el de las empresas recuperadas es un movimiento de pobres”.
3º) Se están planificando muestras itinerantes para llevar a las escuelas del barrio y a los centros culturales y vecinales, con el fin de dar continuidad y difusión al museo, hasta que pueda lograrse la instalación de una muestra permanente.
4º) Se están realizando gestiones para incorporar algunas de las máquinas que fueron cedidas para el sitio del museo. Esta tarea requiere de mucha participación de los trabajadores y de expertos en conservación de tal patrimonio. Hasta el momento, solo se realizaron algunos recorridos por el museo con algunos trabajadores que fueron narrando sus recuerdos relacionados con ese circuito productivo.
4º) Se planifica una puerta de acceso directo para el museo, lo que además permitiría construir un plaza en un terreno baldío, propiedad de la fábrica. Este proyecto no puede concretarse por falta de fondos, pero, en caso de poder hacerlo, será un fuerte lazo con los vecinos del barrio. Ya se estima la participación de estos últimos en el diseño y la ejecución.
5º) El Museo IMPA aspira a poder participar de la “Noche de los museos” durante el corriente año, una actividad que organiza todos los años el Ministerio de Cultura de la CABA. Para ello se está imaginando un proyecto a presentar a la Dirección General de Museos del Gobierno de la CABA.
Conclusiones
Los autores de este artículo, como representantes de un grupo mucho más amplio, entienden la relevancia de conocer el pasado como una dimensión central de la vida y concluyen en que la reconstrucción de la memoria social de los pueblos es una tarea que compete a todos. El pasado no requiere ni de nostalgia ni de idealización, sino más bien de reflexión sobre todo aquello que permita comprender el presente y proyectar desde allí un futuro mejor, en el que sea posible una sociedad fraterna, equitativa y solidaria.
El Museo IMPA está materializándose como un ámbito de conservación patrimonial en el que la memoria se hace transmisión y educación para el ejercicio de los derechos sociales, un lugar (Augé, 2005) que objetiva una toma de posición y sea a la vez espacio de denuncia. Tal como sucede con todos los ámbitos de IMPA, no se pretende sacralizar ni instituir, se piensa e imagina un museo vivo, polisémico, un legado capaz de promover el pensamiento crítico. Los protagonistas de la historia colectiva son conscientes de que en las instalaciones de la fábrica se atesora una historia que refiere a las vicisitudes del mundo de las personas que trabajan y que merece ser recuperada para las nuevas generaciones, una historia que no solo habla de ellos mismos, sino que es reflejo de las profundas transformaciones que conmovieron a la Argentina y al mundo durante casi un siglo.
Es un propósito central narrar la historia de IMPA para relatar al mismo tiempo la historia del movimiento obrero en el marco más amplio de la historia del país. A medida que se va materializando, va tomando forma ese museo vivo que está en una fábrica recuperada que está produciendo activamente y que es a la vez una “fábrica de ideas”.
Este itinerario no se recorre sin obstáculos, tal como sucedió en IMPA con cada uno de los emprendimientos novedosos iniciados en 1998. Sin embargo, los trabajadores experimentan confianza en que, más tarde o más temprano, el museo va a llegar a concretarse. Ellos saben de esperas, de postergaciones, de golpear puertas que, con frecuencia, no se abren, de modo especial cuando se buscan recursos, pero también conocen en carne propia que las utopías pueden tener lugar, que se pueden materializar, cuando los asiste la razón y los sentimientos. Es amplia su experiencia en resistir el aniquilamiento o la exclusión contemporánea.
El Museo IMPA es un museo vivo porque propone una historia relatada por los propios protagonistas, desde una perspectiva de clase. Se trata de un sitio para la construcción política y cultural, que no pretende sostener una posición hegemónica, pero que pone en escena su propia interpretación sobre el pasado, así como su perspectiva de futuro (Castilla, 2010). Esta nueva herramienta, enmarcada en el más amplio entramado de IMPA, pretende interpelar al conjunto de la sociedad. Finalmente, es un anhelo de los autores de este artículo, y del resto del equipo, que el Museo IMPA fortalezca la posición de los trabajadores para dar continuidad a la fábrica, más allá de los intereses económico-judiciales externos que todavía hoy la afectan y la amenazan.
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Notas:
1 IMPA ya era cooperativa desde 1961, sin embargo su funcionamiento era similar al de cualquier empresa tradicional, pues se mantenían relaciones asimétricas entre los miembros de la Comisión Directiva (por lo menos de algunos de ellos) y el resto de los asociados.
2 El proyecto de investigación está dirigido por Margarita Robertazzi y co-dirigido por Liliana Ferrari, mientras que el Proyecto UBANEX estuvo dirigido por Margarita Robertazzi y co-dirigido por Liliana Pérez Ferretti. La investigación está diseñada como estudio de casos. IMPA es uno de los casos seleccionados con el fin de analizar luchas socioespaciales y socioterritoriales.
3 Así fue denominada por sus protagonistas en algunos editoriales que la revista IMPACTO presentara hacia el 2001/2002.
4 Es interesante dar a conocer que uno de los actuales trabajadores de la fábrica estuvo presente en las cuatro etapas, dado que ya lleva sesenta y seis años de trabajo en IMPA.
5 Son otros espacios culturales situados en la metalúrgica.
6 La Matanza es un municipio de la provincia de Buenos Aires.