Como siguiendo una tradición de mimetismo cultural –ni ingenuo en los modelos ofertados, ni ingenuo en la elección de estos– muchas (¿todas?) las universidades latinoamericanas, y sus centros de enseñanza y formación en Psicología, andan corriendo tras un sueño (ciertamente, una escena primaria repetida compulsivamente): ser una universidad “rankeada” alto. El ranking es como “la Gran Escena”, a la que solo tienen derecho los elegidos (los cultivadores del “bel canto”). La búsqueda de un posicionamiento en el ranking se comprende como imprescindible (¿necesaria?) por muchas razones: estatus-mercado-omnipotencia. No son las únicas, pero están entre las más frecuentes. Pero ¿cuál es el costo, también el precio, de tal patente de corso? Entender esto pasa ineluctablemente por entender las pretensiones hegemónicas, también compulsivas, de los centros de poder de la Psicología: ¡América es una sola! Pero no del Río Grande a la Patagonia, como soñara Martí, sino de Alaska (y un poco más arriba) hasta el Polo Sur (y un poco más abajo). América: una sola y para los norteamericanos. Pero el asunto no es solo de geopolítica (de autonomía, de independencia). El asunto es sobre todo de identidad, de sentido de adecuación, de cultura. Los instrumentos académicos del hegemonismo se traducen en formas alusivas al “nivel de desarrollo científico”, “impacto”, etc. Sea por ingenuidad, por ansias equívocas de desarrollo, hoy en nuestros centros de formación en psicología se cultiva el “parécete a los grandes, y serás como ellos” (o más bien, “de ellos”).¿Es este el camino a seguir por centros que se declaran empeñados en una Psicología latinoamericana? ¿Es este el camino a seguir por quienes se dicen comprometidos con las realidades de sus pueblos? Integración Académica en Psicología, se posiciona desde y con ALFEPSI:
Consideramos necesario que la formación de los psicólogos latinoamericanos se oriente a la creación de conceptos, metodologías y técnicas originales que den respuesta a necesidades prioritarias y estratégicas, con una actitud de intercambio y aprendizaje recíproco con las que hayan generado psicólogos de todo el planeta. La formación y la enseñanza de la psicología debe generar psicólogas y psicólogos capacitados para el diálogo científico y profesional entre los diversos enfoques, evitando el dogmatismo, mediante el aprendizaje cooperativo y creador, sustentado éticamente: de tal manera que se aproveche y potencie el trabajo de docentes y estudiantes para beneficio de quienes reciben los servicios psicológicos y del crecimiento científico y profesional de la psicología latinoamericana. (Declaración de Cajamarca, Cajamarca, 20 de mayo de 2011.)