En el prólogo a la edición rusa de Más allá del principio del placer Vygotsky y Luria señalaban: “La ciencia no consiste solo en problemas resueltos, en respuestas encontradas, en afirmaciones de leyes seguras. La ciencia significa en máxima medida procesos de descubrimiento, propuesta de problemas, la tentativa y el riesgo”.
La ciencia psicológica no debería ser una excepción.
Sin embargo, en nuestra disciplina, los modelos de pensamiento de vocación positivista trajeron consigo una suerte de apaciguamiento, un silenciado, de los momentos de riesgo, de “búsqueda ansiosa” –al decir de Deveraux–, e intentaron hacer santuario de las certezas, las convergencias, el “pensamiento único” –dicho ahora por Ramonet.
Más aún, intentaron convencernos de que la ciencia debe alejarse de aquellos asuntos “viciados” por las estructuras ideológicas y políticas. El científico ha de ser siempre un conocimiento neutral, cuya relación con la práctica es “moralmente inocente”, como afirma el epistemólogo argentino Mario Bunge.
Luego de convertirse en hegemónicos, la vía regia para robustecer y hacer perdurar tales alucinaciones fue (ha sido, es) la formación de científicos, de profesionales de la psicología “cientificizados” por obra y gracia de la enseñanza de la Psicología en los centros universitarios.
Las universidades, los centros de formación y enseñanza de la Psicología, tienen una misión que cumplir: deshacer las anteojeras. Ya han comenzado muchos. No solo algunos profesionales dentro de las instituciones, sino las instituciones mismas.
Quizás necesitamos “delirar por un ratito”, como dice Galeano: “¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible? ... La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda … En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria”.
Mirar las difíciles realidades de nuestro continente, sus especificidades, sus sueños y ansias, con los ojos de la diversidad y la esperanza es una necesidad instituyente de las prácticas de la Psicología Latinoamericana.
Integración Académica en Psicología quiere mirar intencionalmente, con ojos diferentes, variados, múltiples. Mostrar la diversidad de ideas y actuaciones que componen el universo de las prácticas científicas y profesionales de la psicología en nuestro continente.
Cumpliendo apenas nuestro segundo año de existencia, queremos seguir avanzando por estos senderos y por otros que necesariamente se irán abriendo.